un cuento de 15 renglones plis es para mañana
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Cuenta la leyenda azteca, que el dios Quetzalcóatl dejó su aspecto de serpiente emplumada para transformarse en un hombre común y así poder explorar la Tierra.
El dios se encontraba tan maravillado con los hermosos paisajes que siguió caminando hasta que el cielo se oscureció y se llenó de estrellas. Cansado y hambriento, se detuvo al lado del camino.
Un conejo pasó por su lado y le preguntó:
—¿Estás bien?
—No, me siento muy cansado y hambriento —respondió el dios.
Sin saber que estaba hablando con una deidad, el conejo rápidamente se ofreció a compartir su comida con Quetzalcóatl.
—Gracias, pero no como plantas — le dijo el dios al conejo.
El pequeño animal sintió mucha pena por el viajero:
—No tengo nada más que ofrecerte, soy una criatura insignificante y tú necesitas recuperar tus fuerzas, por favor cómeme y reanuda tu viaje.
El dios conmovido por el noble gesto de la pequeña criatura, regresó a su forma de serpiente emplumada y sostuvo al conejo tan alto que su reflejo quedó plasmado para siempre en la luna.
Luego, regresó al conejo a la Tierra y dijo:
—No eres una insignificante criatura, tu retrato pintado en la luz de la luna contará a todos los hombres la historia de tu bondad. ( el cuento de llama el conejo plasmado en la luna)
Respuesta:
Había un niño que tenía muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, clavase un clavo en la cerca del patio de la casa. El primer día, el niño clavó 37 clavos. Al día siguiente, menos, y así el resto de los días. Él pequeño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter que tener que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y fue alegre a contárselo a su padre. ¡Había conseguido, finalmente, controlar su mal temperamento! Su padre, muy contento y satisfecho, le sugirió entonces que por cada día que controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca. Los días pasaron y cuando el niño terminó de sacar todos los clavos fue a decírselo a su padre.
Entonces el padre llevó a su hijo de la mano hasta la cerca y le dijo:
– “Has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron. Jamás será la misma. Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal carácter dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa que pidas perdón. La herida siempre estará allí. Y una herida física es igual que una herida verbal. Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte”.
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron con que el niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Explicación:
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