Historia, pregunta formulada por alexisdenisgonz, hace 1 año

Santa Bernardina del monte
¿Cómo aparece caracterizados los habitantes de santa Bernardina del monte?

Respuestas a la pregunta

Contestado por davidyeiner1812
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Respuesta:

Para ahorrar energía eléctrica, las autoridades de Santa Bernardina del Monte dispusieron que

a las cero horas del día veinticinco los relojes se atrasaran una hora, pasando a marcar las

veintitrés horas del día veinticuatro. De este modo la gente que tuviera que levantarse a la hora

siete del día veinticinco no tendría que prender ninguna luz, ya que en realidad serían las ocho

y el sol estaría ya en plena actividad.

Cuando llegó el momento –las cero horas del día veinticinco- la gente de Santa Bernardina del

Monte, obediente como era, atrasó sus relojes una hora. Fueron entonces –o volvieron a serlas veintitrés horas del día veinticuatro. Una hora después, los relojes volvían a marcar las cero

horas del día veinticinco. La gente de Santa Bernardina del Monte, obediente como era, atrasó

sus relojes una hora. Volvieron a ser entonces las veintitrés horas del día veinticuatro. Una hora

después, los relojes volvían a marcar las cero horas del día veinticinco.

- ¿Qué hago, mamá? –preguntó un joven- ¿Atraso el reloj?

- Por supuesto, hijo: debemos ser respetuosos de las disposiciones de la autoridad –contestó la

madre.

Todos los habitantes de Santa Bernardina del Monte obraron en consecuencia con ese

precepto. Pero una hora después los relojes volvían a marcar las cero horas del día veinticinco.

Nuevamente, los pacíficos habitantes de Santa Bernardina del Monte atrasaron sus relojes una

hora. Se pusieron entonces a esperar el transcurso de los sesenta minutos que faltaban para

volver a atrasar los relojes. Pero algunos tenían sueño y se fueron a dormir, no sin antes dejar

turnos establecidos de tal modo que siempre hubiera alguien despierto a la hora de atrasar el

reloj.

A la mañana siguiente seguían siendo las veintitrés horas del día veinticuatro. Una hora

después eran las cero horas del día veinticinco, e inmediatamente después volvían a ser las

veintitrés del día veinticuatro. Faltaban nueve horas para que abrieran las oficinas y los

comercios. Una hora después faltaban ocho, pero en menos tiempo del que tardaba un gallo en

cantar –y efectivamente había muchos gallos haciéndolo- volvían a faltar nueve.

Los habitantes de Santa Bernardina del Monte, de mantenerse este estado de cosas, habrían

muerto de inanición. Sin embargo muy otra fue la causa de su muerte. Tres días después del

cambio de hora, un funcionario del gobierno central, que pasaba por el pueblo, interpretó la

actitud de los lugareños como huelga general por tiempo indeterminado, y dio parte de ello a

sus superiores. Poco después, diez mil soldados entraron con helicópteros y tanques a Santa

Bernardina, aniquilando a los insurrectos. Los relojes del pueblo, entonces, quedaron divididos

en dos categorías: los que, averiados por las balas, estaban clavados en una hora entre las

veintitrés y las veinticuatro, y los que seguían marchando libremente, pudiendo llegar hasta

más allá de las cero horas sin que nadie los tomara por las agujas para atrasarlos. De todos

modos, algunas horas después, ellos solitos volvían a marcar las veintitrés, como si sintieran

nostalgia de sus disciplinados dueños, que en paz descansen.

Explicación:

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