Resumen de la biografía de Herodoto...
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Se le considera el padre de la historiografía (la primera vez que se le cita de esta forma es por Cicerón en su De legibus) por su famosa obra Ἱστορίαι (historíe), literalmente «investigaciones, exploraciones» (de ἵστωρ, «saber, conocer»), escrita hacia el año 444 a. C. en Panhellen (colonia turia que ayudó a fundar). Historiae o Los nueve libros de historia es considerada una fuente importantísima por los historiadores por ser la primera descripción del mundo antiguo a gran escala y ser a su vez la primera en prosa griega. El primer párrafo anuncia:
Ἡροδότου Ἁλικαρνησσέος ἱστορίης ἀπόδεξις ἥδε, ὡς μήτε τὰ γενόμενα ἐξ ἀνθρώπων τῷ χρόνῳ ἐξίτηλα γένηται, μήτε ἔργα μεγάλα τε καὶ θωμαστά, τὰ μὲν Ἕλλησι τὰ δὲ βαρβάροισι ἀποδεχθέντα, ἀκλεᾶ γένηται, τά τε ἄλλα καὶ δι' ἣν αἰτίην ἐπολέμησαν ἀλλήλοισι.
Heródoto de Halicarnaso presenta aquí las resultas de su investigación para que el tiempo no abata el recuerdo de las acciones de los hombres y que las grandes empresas acometidas, ya sea por los griegos, ya por los bárbaros, no caigan en olvido; da también razón del conflicto que puso a estos dos pueblos en la lid.
El conjunto está dividido en nueve libros, al parecer por obra de un editor alejandrino del siglo III o el II a. C., y están dedicados a las nueve musas (Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania y Calíope).
En ellos se narran con precisión las Guerras Médicas entre Grecia y Persia a principios del s. V a. C., haciendo especial énfasis en aspectos curiosos de los pueblos y los personajes tanto de los griegos como de los bárbaros, al tiempo que describe la historia, etnografía y geografía de su tiempo.
Para sus obras históricas recurrió a fuentes orales y escritas. Cuando menciona las primeras, las más de las veces alude a sus informadores indeterminadamente ("según los persas...", "a decir de los griegos..."; "unos dicen... otros, en cambio, sostienen..."). Del carácter parcial y poco fiable de sus fuentes era consciente el propio autor, que escribió:
«Si yo me veo en el deber de referir lo que se cuenta, no me veo obligado a creérmelo todo a rajatabla; y que esta afirmación se aplique a la totalidad de mi obra» (VII, 151, 3).
Entre las segundas pueden hacerse tres grandes grupos: los datos obtenidos de los poetas, que conocía bien; las inscripciones, listas oficiales y administrativas de los distintos estados y oráculos y, finalmente, las informaciones que provenían de los logógrafos y la literatura de su época.
Entre los poetas cita a Homero, Museo, Bacis, Olén, Aristeas, Arquíloco, Esopo, Solón, Alceo, Safo, Laso, Simónides de Ceos, Frínico, Esquilo, Píndaro y Anacreonte.
Pese a esta inspiración poética de Heródoto, que le venia acaso de su tío Paniasis y le hizo asumir la idea de un hombre impotente ante la divinidad que castiga sus faltas y su orgullo o hibris, se muestra algunas veces crítico con los datos transmitidos a través de estas fuentes.
En cuanto al segundo tipo de fuentes, realiza algunas interpretaciones ingenuas de textos escritos en lenguas que no conoce, como por ejemplo en el caso de los jeroglíficos. Lo mismo ocurre con las listas en otras lenguas, en que se encuentra a merced del testimonio no siempre fiable de los intérpretes o los personajes consultados al respecto. Por otra parte, los oráculos, con frecuencia comentados post eventum, ofrecen problemas de datación importantes.
El tercer tipo de fuentes está representado por el milesio Hecateo, por otros logógrafos y, en general, por la literatura de su época, sobre todo los filósofos presocráticos, algunas de cuyas ideas son citadas en sus obras directa o indirectamente. Como Hecateo, se muestra crítico, racionalizador o escéptico con las tradiciones míticas. En general, se inclina por obras de la literatura jonia.
Su metodología histórica se vale ampliamente del cálculo de lo verosímil apelando al sentido común, fundamentalmente en el análisis de tradiciones legendarias o controvertidas. Además utiliza la interpretatio graeca, helenizando costumbres y culturas extrañas de pueblos que no conoce desde dentro, y marra al razonar usando falacias del tipo post hoc ergo propter hoc, concluyendo de evidencias inadecuadas o insuficientes relaciones causales: por ejemplo, de la escasez de leones comparados con otros animales infiere que las leonas paren un solo cachorro y una sola vez en su vida.
Ἡροδότου Ἁλικαρνησσέος ἱστορίης ἀπόδεξις ἥδε, ὡς μήτε τὰ γενόμενα ἐξ ἀνθρώπων τῷ χρόνῳ ἐξίτηλα γένηται, μήτε ἔργα μεγάλα τε καὶ θωμαστά, τὰ μὲν Ἕλλησι τὰ δὲ βαρβάροισι ἀποδεχθέντα, ἀκλεᾶ γένηται, τά τε ἄλλα καὶ δι' ἣν αἰτίην ἐπολέμησαν ἀλλήλοισι.
Heródoto de Halicarnaso presenta aquí las resultas de su investigación para que el tiempo no abata el recuerdo de las acciones de los hombres y que las grandes empresas acometidas, ya sea por los griegos, ya por los bárbaros, no caigan en olvido; da también razón del conflicto que puso a estos dos pueblos en la lid.
El conjunto está dividido en nueve libros, al parecer por obra de un editor alejandrino del siglo III o el II a. C., y están dedicados a las nueve musas (Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania y Calíope).
En ellos se narran con precisión las Guerras Médicas entre Grecia y Persia a principios del s. V a. C., haciendo especial énfasis en aspectos curiosos de los pueblos y los personajes tanto de los griegos como de los bárbaros, al tiempo que describe la historia, etnografía y geografía de su tiempo.
Para sus obras históricas recurrió a fuentes orales y escritas. Cuando menciona las primeras, las más de las veces alude a sus informadores indeterminadamente ("según los persas...", "a decir de los griegos..."; "unos dicen... otros, en cambio, sostienen..."). Del carácter parcial y poco fiable de sus fuentes era consciente el propio autor, que escribió:
«Si yo me veo en el deber de referir lo que se cuenta, no me veo obligado a creérmelo todo a rajatabla; y que esta afirmación se aplique a la totalidad de mi obra» (VII, 151, 3).
Entre las segundas pueden hacerse tres grandes grupos: los datos obtenidos de los poetas, que conocía bien; las inscripciones, listas oficiales y administrativas de los distintos estados y oráculos y, finalmente, las informaciones que provenían de los logógrafos y la literatura de su época.
Entre los poetas cita a Homero, Museo, Bacis, Olén, Aristeas, Arquíloco, Esopo, Solón, Alceo, Safo, Laso, Simónides de Ceos, Frínico, Esquilo, Píndaro y Anacreonte.
Pese a esta inspiración poética de Heródoto, que le venia acaso de su tío Paniasis y le hizo asumir la idea de un hombre impotente ante la divinidad que castiga sus faltas y su orgullo o hibris, se muestra algunas veces crítico con los datos transmitidos a través de estas fuentes.
En cuanto al segundo tipo de fuentes, realiza algunas interpretaciones ingenuas de textos escritos en lenguas que no conoce, como por ejemplo en el caso de los jeroglíficos. Lo mismo ocurre con las listas en otras lenguas, en que se encuentra a merced del testimonio no siempre fiable de los intérpretes o los personajes consultados al respecto. Por otra parte, los oráculos, con frecuencia comentados post eventum, ofrecen problemas de datación importantes.
El tercer tipo de fuentes está representado por el milesio Hecateo, por otros logógrafos y, en general, por la literatura de su época, sobre todo los filósofos presocráticos, algunas de cuyas ideas son citadas en sus obras directa o indirectamente. Como Hecateo, se muestra crítico, racionalizador o escéptico con las tradiciones míticas. En general, se inclina por obras de la literatura jonia.
Su metodología histórica se vale ampliamente del cálculo de lo verosímil apelando al sentido común, fundamentalmente en el análisis de tradiciones legendarias o controvertidas. Además utiliza la interpretatio graeca, helenizando costumbres y culturas extrañas de pueblos que no conoce desde dentro, y marra al razonar usando falacias del tipo post hoc ergo propter hoc, concluyendo de evidencias inadecuadas o insuficientes relaciones causales: por ejemplo, de la escasez de leones comparados con otros animales infiere que las leonas paren un solo cachorro y una sola vez en su vida.
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