Historia, pregunta formulada por blancaherrera44, hace 4 meses

resumen de el fin de la invasión Francesa y del segundo imperio​

Respuestas a la pregunta

Contestado por JuanOlivas
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La idea de la intervención no solo nació por iniciativa de Napoleón III. Antes del desembarco de las tropas imperiales francesas, los conservadores, que habían sido derrotados en la finalizada Guerra de Reforma, habían contactado con numerosas cortes de Europa para ofrecer el país a algún príncipe europeo, y sus peticiones fueron bien recibidas por el emperador francés. Aparte de por cuestiones financieras, París se embarcó en esta empresa por otros dos motivos nada desdeñables: el primero, el mandatario francés quiso empeñar a su país en una misión civilizatoria, algo típico del imperialismo y el colonialismo que estaba comenzando a emerger en la época; el segundo, Estados Unidos estaba inmerso en su propia guerra civil y era el momento propicio para establecer un protectorado francés en México y eliminar la creciente influencia norteamericana.

La expedición original francesa contaba con 2400 soldados, frente a los 800 hombres que habían desplegado los británicos y 5600 españoles bajo las órdenes de Juan Prim. Con la retirada de estas dos potencias, Francia decidió hacerse con la capital mexicana. El ejército, reforzado con tropas llegadas de Europa, se puso bajo el mando del general Charles Ferdinand Latrille, más conocido como el conde de Lorencez. Con los refuerzos llegados de la metrópoli, las fuerzas francesas alcanzarían los 6000 efectivos aproximadamente, una mezcolanza de unidades coloniales y metropolitanas entre las que existían formaciones que habían combatido recientemente en Crimea e Italia, por lo que tenían gran experiencia.

El periodo de estancamiento de la guerra se alargó hasta inicios del año siguiente. Tras reforzarse con los cerca de 28 000 hombres del general Forey que entre septiembre y octubre de 1863 habían llegado de la metrópoli, el ejército francés se puso una vez más en marcha hacia la capital mexicana. En su camino se interpuso una vez más la población de Puebla. Un año antes, ni si quiera los aguerridos zuavos, élite del ejército francés, habían conseguido doblegar la resistencia mexicana, pero en esta segunda batalla la balanza se decantó al final por las tropas de Forey, que consiguieron tomar la plaza después de un largo y tedioso asedio para el que el general mexicano Jesús González Ortega había contado con 22 000 hombres, mientras que Forey sumaba con 26 000.

La Junta Provisional de Gobierno pensó entonces en ofrecerle el trono a Fernando Maximiliano de Habsburgo. La comitiva mexicana encargada de llevarle la noticia al duque austriaco, conformada por un nutrido grupo de conservadores y eclesiásticos, llegó a su lugar de residencia en Trieste (Italia) en octubre de este año, y en febrero del año siguiente, Maximiliano de Habsburgo aceptó convertirse en emperador de México.

Las fuerzas del Gobierno republicano continuaban resistiendo a los franceses en ciertos puntos y territorios de todo el país. La guerra de guerrillas que iniciaron los republicanos desgastó a las unidades galas, aunque nunca hasta el punto de obligarlas a abandonara la lucha. El naciente Segundo Imperio intentó organizar unas fuerzas armadas, aunque sin demasiado éxito. En una fecha tardía como 1866, tan solo contaba con 7650 soldados regulares, 9400 soldados auxiliares y 12 200 guardias rurales y policías, en total cerca de 30 000 hombres, mientras que las fuerzas francesas alcanzaban los 38 000 efectivos. Por su parte, el ejército republicano mexicano había aumentado considerablemente sus efectivos hasta alcanzar unos números de aproximadamente 50 000 efectivos.

La descomposición del Segundo Imperio mexicano se sucedió rápidamente. Tras la pérdida del control en los territorios que dominaba el imperio, Maximiliano y su séquito más cercano se refugiaron en la ciudad de Querétaro. Allí, las últimas fuerzas imperiales, agotadas sus raciones y municiones, capitularon tras 72 días de asedio. Maximiliano fue capturado después de negarse a huir.

Entre los días 13 y 15 de junio de 1867, Maximiliano de México y sus colaboradores Miguel Miramón (quién había sido un destacado líder conservador en la Guerra de Reforma) y Tomás Mejía fueron condenados a muerte en un juicio celebrado en el teatro Iturbide de Querétaro. El día 19 de junio, en el cerro de las Campanas, los tres hombres fueron fusilados por un pelotón de siete soldados.

Los restos de Maximiliano fueron embalsamados y trasladados a la capital mexicana, donde fueron exhibidos en el convento de San Andrés. Tiempo más tarde, el cuerpo fue trasladado de nuevo a su patria de origen, Austria, misión que se encargó al almirante Wilhem von Tegetthoff y se realizó en la fragata Novafra, la misma que había traído a Maximiliano a México en 1864. Con su muerte y la desaparición del Segundo Imperio se cerraba en la República mexicana un largo periodo de conflictos civiles y de intervención extranjera. Sin embargo, México aún tendría muchos problemas que solucionar a lo largo de las siguientes décadas y que llegarían hasta el mismo siglo XX.

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