Resumen de algunos acontecimientos buenos y malos que tuvo Bethoveen que vivir en su vida.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
1. Durante su infancia, su padre decía que tenía menos edad para presentarlo ante el público como un "niño prodigio", al igual que en su tiempo pasó con Mozart.
2. Johann van Beeethoven, papá del compositor, era alcohólico. Perdió su puesto como director de la orquesta de Bonn. Se dice que en mitad de la noche sacaba al pequeño Ludwig de la cama para que tocara el piano, tanto para estudiar como para impresionar a sus invitados en casa.
3. El "van" de su nombre no tiene orígenes aristocráticos. Significa "de" y "Beeth" se refiere a una localidad de Lieja, o bien, en flamenco quiere decir: remolacha. Así, su apellido vendría a significar: "granja de remolachas".
4. Cuando era joven, se dice que Beethoven tuvo un breve encuentro con Mozart, quien expresó al respecto del compositor: "Recuerden su nombre, este joven hará hablar al mundo".
5. A los 30 años, Beethoven escribió su Testamento de Heiligenstadt, algo temprano incluso para nuestra época. ¿La razón? Empezaba a sentir los estragos de la sordera, algo fatal para un músico.
6. Al fallecer su hermano, peleó legalmente la custodia de su sobrino, Karl, con su cuñada. Aunque ganó la batalla en tribunales, no pudo educar a su sobrino como deseaba, por la difícil conducta de aquel y los frecuentes desacuerdos con su madre.
7. Sólo compuso una ópera, Fidelio. De carácter dramático, en ella canta a la libertad y la lealtad.
8. Dedicó su Tercera Sinfonía Eroica a Napoléon pero tachó la dedicatoria al enterarse que aquél se coronó emperador tras el triunfo de la Revolución Francesa.
9. Beethoven logró lo que en su vida Mozart no pudo del todo: ganar respeto como compositor ante la aristocracia. Aunque trabajó para la corte austríaca, Ludwig obtuvo buenos ingresos de su música, que los editores peleaban por publicar.
10. Era buen amigo del gran poeta Johann Wolfgang von Goethe, con quien salía a caminar por el campo, otro de sus grandes pasatiempos.
11. El popular himno a la alegría que hasta nuestros días puede escucharse en diversas versiones proviene del último movimiento de su Novena Sinfonía "Coral", estrenada el 7 de mayo de 1824 en Viena.