Respuesta
de la revolucion rusa
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El término Revolución rusa (en ruso, Русская революция, Rússkaya revolyútsiya) agrupa todos los sucesos que condujeron al derrocamiento del régimen zarista y a la instauración preparada de otro, leninista, a continuación, entre febrero y octubre de 1917, que llevó a la creación de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. El zar se vio obligado a abdicar y el antiguo régimen fue sustituido por un gobierno provisional durante la primera revolución de febrero de 1917 (marzo en el calendario gregoriano, pues el calendario juliano estaba en uso en Rusia en ese momento). En la segunda revolución, en octubre, el Gobierno Provisional fue eliminado y reemplazado con un gobierno bolchevique (comunista), el Sovnarkom.
La Revolución de Febrero se focalizó, originalmente, en torno a Petrogrado (hoy San Petersburgo). En el caos, los miembros del parlamento imperial o Duma asumieron el control del país, formando el Gobierno provisional ruso. La dirección del ejército sentía que no tenían los medios para reprimir la revolución y Nicolás II, el último emperador de Rusia, abdicó. Los sóviets (consejos de trabajadores), que fueron dirigidos por facciones socialistas más radicales, en un principio permitieron al gobierno provisional gobernar, pero insistieron en una prerrogativa para influir en el gobierno y controlar diversas milicias. La revolución de febrero se llevó a cabo en el contexto de los duros reveses militares sufridos durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918),1 que dejó a gran parte del ejército ruso en un estado de motín.
A partir de entonces se produjo un período de poder dual, durante el cual el Gobierno provisional ruso tenía el poder del Estado, mientras que la red nacional de sóviets, liderados por los socialistas y siendo el Sóviet de Petrogrado el más importante, tenía la lealtad de las clases bajas y la izquierda política. Durante este período caótico hubo motines frecuentes, protestas y muchas huelgas. Cuando el Gobierno Provisional decidió continuar la guerra con Alemania, los bolcheviques y otras facciones socialistas hicieron campaña para detener el conflicto. Los bolcheviques pusieron a milicias obreras bajo su control y los convirtieron en la Guardia Roja (más tarde, el Ejército Rojo) sobre las que ejercían un control sustancial.
En la Revolución de Octubre (noviembre en el calendario gregoriano), el Partido bolchevique, dirigido por Vladímir Lenin, y los trabajadores y soldados de Petrogrado, derrocaron al gobierno provisional, formándose el gobierno del Sovnarkom. Los bolcheviques se nombraron a sí mismos líderes de varios ministerios del gobierno y tomaron el control del campo, creando la Checa, organización de inteligencia política y militar para aplastar cualquier tipo de disidencia. Para poner fin a la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial, los líderes bolcheviques firmaron el Tratado de Brest-Litovsk con Alemania en marzo de 1918.
Posteriormente estalló una guerra civil en Rusia entre la facción «roja» (bolchevique) y «blanca» (antibolcheviques) —esta última contó con el apoyo de las grandes potencias—, que iba a continuar durante varios años, en la que los bolcheviques, en última instancia, salieron victoriosos. De esta manera, la Revolución abrió el camino para la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922. Pese a que muchos acontecimientos históricos notables tuvieron lugar en Moscú y Petrogrado, también hubo un movimiento visible en las ciudades de todo el estado, entre las minorías nacionales de todo el Imperio ruso y en las zonas rurales, donde los campesinos se apoderaron de la tierra y la redistribuyeron.
La Revolución rusa fue un acontecimiento decisivo y fundador del «corto siglo XX»2 abierto por el estallido del macroconflicto europeo en 1914 y cerrado en 1991 con la disolución de la Unión Soviética. Objeto de simpatías y de inmensas esperanzas por unos (Jules Romains la describió como «la gran luz en el Este» y François Furet como «el encanto universal de octubre»), también ha sido objeto de severas críticas, de miedos y de odios viscerales.3 Sigue siendo uno de los acontecimientos más estudiados y más apasionadamente discutidos de la historia contemporánea.