¿Quién debe controlar la manipulación genética? ¿deben hacerlo los gobiernos o las empresas privadas?
Respuestas a la pregunta
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Es importante señalar que esta actitud supone una cierta novedad. De hecho, hasta bien entrado el siglo XX se mantenía en pié sin fisuras el paradigma que identificaba, en general, todo avance científico con un beneficio para la Humanidad. A cualquier descubrimiento se le asignaba el calificativo de "progreso". Por ello se le consideraba, en todo caso, como algo positivo para la humanidad, resultando difícilmente justificable cualquier mecanismo de control externo de la actividad científica.
A partir de la incorporación de la energía nuclear a la tecnología bélica se levantaron muchas voces de alarma. La idea de que todo descubrimiento de la ciencia era, necesariamente, algo positivo empezó a resquebrajarse. De hecho, se produjo entre los científicos una toma de conciencia de las implicaciones éticas de su trabajo1
. Incluso comenzaron a constituirse asociaciones y movimientos internacionales2
.
Esta actitud se separaba de la tradicional demanda de autonomía de los científicos. Estos han actuado, durante siglos, con una ausencia de control externo. En este sentido, por ejemplo, señala Mc Conell: "Hemos sido capaces de seleccionar y perseguir nuestras propias áreas de interés"3
Respuesta:
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