Qué tipos de conflictos son los que se presentan con más frecuencia con respecto al transporte y el COVIO 19 comunidad?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El próximo 11 de abril se cumple un mes desde que la Organización Mundial de la Salud declaró el Coronavirus (COVID-19)como una pandemia. Desde entonces, el número de personas directamente afectadas por la pandemia ha crecido exponencialmente. Al momento de escribir este blog, se habían registrado más de 1,5 millones de personas contagiadas, 337.074 recuperadas y 93.425 fallecidas. La pandemia que empezó como una emergencia sanitaria, se ha trasladado rápidamente a los diferentes sectores de nuestras economías. De hecho, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que el Producto Interno Bruto de la región caerá en al menos 1,8%, con impactos significativos en las tasas de empleo, los niveles de ingresos de los hogares y las tasas de pobreza. Es claro entonces que no se trata únicamente de un problema de salud pública, sino que también se está gestando una crisis humanitaria y de bienestar social sin precedentes en el último siglo (CEPAL, 2020).
El transporte público como un servicio esencial
Entre las acciones propuestas para controlar la expansión de la pandemia, la mayoría de los gobiernos han adoptado medidas de distanciamiento social, restringiendo la movilidad de los y las ciudadanas ante el estado de emergencia que representa el rápido contagio del virus. Algunos servicios, sin embargo, han sido declarados esenciales. Por ejemplo, los servicios de transporte público se han priorizado para asegurar, por un lado, que los trabajadores de los demás sectores esenciales (ej. salud, alimentación, etc), que dependen del transporte público, puedan llegar y salir de sus lugares de trabajo; y, por otro lado, para asegurar un acceso mínimo de las personas que dependen del transporte público, a lugares críticos como mercados, farmacias, bancos y/o hospitales. El impacto de estas medidas en los sistemas de transporte ha sido inmediato y los números son contundentes: el uso de transporte público ha caído entre 52% y el 91% en las ciudades de la región. La caída en la demanda interna se ha traducido en ajustes en la oferta de servicios de transporte público, pero proporcionando alternativas para la movilidad obligada derivada de aquellas actividades esenciales autorizadas en los decretos de cuarentena obligatoria.
El Covid-19 nos demuestra una vez más el rol del transporte público para el bienestar de las personas, en la medida que permite laaccesibilidad a bienes, servicios y empleos. Para todas aquellas personas que no cuentan con opciones privadas para movilizarse, los sistemas de transporte público son ciertamente esenciales. Hay decenas de trabajadores de la salud y otros sectores esenciales que necesitan un servicio de transporte confiable para llegar a sus trabajos. Partiendo del hecho que las mujeres representan el 50% de los médicos y más del 80% del personal de enfermería en la región, no podemos olvidar entonces transversalizar la perspectiva de género en los diferentes planes de contingencia de los sistemas de transporte público. Por ejemplo, garantizando el adecuado funcionamiento de los protocolos para atender la violencia contra las mujeres en el transporte público, incluyendo los casos de agresiones y discriminación contra las trabajadoras de la salud por pánico al contagio del virus.
El transporte público también es esencial para los trabajadores informales.
Un claro ejemplo, son las trabajadoras domésticas, cuyas actividades califican en algunos países como actividades esenciales. La evidencia muestra que sus recorridos del hogar al trabajo son en general más largos que los de los demás usuarios, utilizando casi exclusivamente los sistemas de transporte público. En general, Los y las trabajadoras informales deben elegir entre sobrevivir sin sus ingresos habituales (viendo reducido su sustento de forma inmediata) o arriesgarse a salir a trabajar y exponerse a entrar en contacto con el virus. La situación es aún más grave para las mujeres, que alrededor del mundo sufren mayores tasas de pobreza y desempleo que los hombres y además están más expuestas que los hombres al empleo informal: cerca de la mitad de la fuerza laboral femenina trabaja en condiciones de informalidad (OIT, 2017). De ahí la importancia de que las medidas adoptadas por los sistemas de transporte público analicen la intersección entre la movilidad urbana y la pandemia desde un enfoque de género.