¿Qué papel político tuvo el Mundial de Fútbol de 1978 para la dictadura?
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Cuando la dictadura militar tomó el poder en 1976, dominó todos los estratos de poder económico y social. Los militares vieron que el mundo del fútbol les podría ser útil para tapar todas las atrocidades que se estaban cometiendo y que se iban a cometer. La organización del Mundial de fútbol en 1978 en Argentina, que ya en 1966 había sido designada como sede, les vino como anillo al dedo para esta tarea.
El capitán de navío Carlos Alberto Lacoste -amigo del comandante Emilio Massera- ya había sido designado en 1974 durante el gobierno de Perón para que encabece la organización de dicho evento.
Massera, perteneciente a la Armada, sería el que tomaría la iniciativa del negocio del fútbol: lo primero que hizo fue asegurarse el control de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y para tal fin se nombró a un amigo personal de Lacoste y ex presidente del Colegio de árbitros, Alfredo Cantilo. Lo segundo fue crear el Ente Autárquico Mundial 78´ (EAM) al mando del General Omar Actis y lo ubicó como vice a Lacoste.
Pero como todo negocio, el Ejército y la Armada estaban interesados en administrar el fútbol y hubo una feroz interna entre ambos bandos. Había muchas diferencias entre ellos y en un confuso episodio el General Actis fue asesinado dos días antes de brindar su primera conferencia de prensa, atribuyéndole el hecho a Montoneros. Hay fuentes que indican que fueron Massera y el propio Lacoste por disputarle el puesto quienes se encontraban detrás del hecho. Lacoste quedó a cargo de la organización del campeonato, relegando a la AFA, luego seria vicepresidente de la FIFA gracias a las gestiones de su amigo, Joao Havelange.