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Inclusión social y ciudadanía en la era digital
Los avances tecnológicos han sido históricamente un factor central de transformación de los procesos productivos, el medioambiente y las condiciones de vida de las personas, así como el entorno social y las relaciones interpersonales. En la actualidad nos encontramos frente a una nueva ola de profundas transformaciones tecnológicas, la llamada cuarta revolución tecnológica, o la Industria 4.0. Más allá de la internet y el uso generalizado de las tecnologías de información y comunicación, se avanza en nuevas tecnologías que modifican actividades y procesos en variados ámbitos, como la inteligencia artificial, la impresión en tres dimensiones, la robótica y la biotecnología. Así, en la etapa actual las nuevas tecnologías están nuevamente modificando los paradigmas de producción y consumo, así como la forma en que nos relacionamos y se desarrolla la sociedad. En este nuevo contexto, lo digital está irrumpiendo en distintas dimensiones de la vida, la producción, las relaciones sociales, la salud, educación, el consumo, entre otras. Esto ha llevado a que en la actualidad se hable de comunidades, economías, gobiernos e identidades digitales. La incorporación creciente de los equipos digitales, así como el acceso a internet ampliado, ha llevado a una situación de constante conexión, una población que cada día realiza más actividades en línea, al igual que gobiernos y mercados. Este proceso de cambio es particularmente relevante para una sociedad como la de América Latina y el Caribe, que cuenta con altos niveles de desigualdad. Si se implementan acciones favorables con la inclusión, los nuevos cambios tecnológicos en curso pueden ser una gran oportunidad para disminuir las brechas existentes y aminorar la huella social negativa del modelo de desarrollo actual. Alternativamente, pueden convertirse en un agente de exclusión que intensifique dichas brechas. Las nuevas tecnologías son una gran oportunidad para avanzar hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), tienen el potencial de propiciar la inclusión, generar nuevos espacios de participación y autonomía económica, ampliar el acceso a la educación, a la salud, a la protección social, a la cultura y a la información, mejorar las condiciones de trabajo y promover el trabajo decente y reducir los impactos ambientales. Es decir, pueden facilitar el avance en diversas esferas de lo social, económico, productivo y medioambiental. Pero se requieren estrategias, políticas públicas y acciones que las orienten a dichos fines, de lo contrario se corre el riesgo de generar efectos negativos en todos esos ámbitos, acrecentando brechas, concentrando privilegios y aumentando desigualdades, de ingresos, de derechos y de oportunidades. Existe una clara preocupación en relación con la automatización y los efectos en el mercado laboral, pero los riesgos de exclusión son más amplios, su irrupción supone nuevas habilidades, conocimientos, modelos de comunicación y estilos de vida que requieren adaptación para ser parte de esta nueva sociedad, como ciudadanos plenos. Los países han desarrollado estrategias y medidas para avanzar en este nuevo mundo digital. Los rápidos avances en esta materia han generado una evolución de la brecha digital, donde ya no es el acceso físico la principal barrera, sino las diferencias en el uso y las oportunidades que provee la red para la población. Así, las desigualdades existentes en lo material y social se replican en el mundo digital, donde las posibilidades de uso para la población están muchas veces determinadas por su edad, género, discapacidad, raza, etnia, estrato social y localización. Frente a este escenario, de oportunidades y desafíos, es clave analizar cómo estos cambios afectan la inclusión social y laboral de la población, y si la digitalización está generando nuevos espacios para erradicar la pobreza y disminuir la desigualdad, o bien sigue ampliando brechas. Por ello, se plantea la pregunta sobre el rol que le cabe a los Ministerios de Desarrollo Social, en el desarrollo de programas que permitan reducir las brechas existentes y avanzar hacia "no dejar a nadie atrás" en la era digital.
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La lectura es una de las piedras angulares para la adquisición de conocimiento. Leer, la lectura, es una de las mejores habilidades que podemos adquirir. Ella nos acompañará a lo largo de nuestras vidas y permitirá que adquiramos conocimiento, y que entendamos el mundo y todo lo que nos rodea.
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