Historia, pregunta formulada por Jazminariver, hace 7 meses

Que nombre de las soldaduras de la Revolucion Mexicana va en el ejercicio de las 4 flores

Respuestas a la pregunta

Contestado por porras6011
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Respuesta: Desentrañar la participación de las mujeres como soldaderas o soldados en el proceso revolucionario iniciado en 1910 es un aspecto por demás interesante, y sus particularidades, poco conocidas. En la posrevolución, el imaginario colectivo grabó y difundió múltiples imágenes captadas por la lente de fotógrafos, y aunque los nombres de varios de ellos se han perdido en el tiempo, sus fotografías fueron conservadas en el importante archivo de los hermanos Casasola y a partir de 1976, resguardadas en la Fototeca Nacional del INAH. Espléndidas fotografías de mujeres anónimas han ilustrado libros sobre la Revolución mexicana. Sin embargo, las más recientes investigaciones se han acercado a las fotografías como documentos que contienen un discurso que nos habla de un proceso histórico particular.

Las imágenes seleccionadas en este artículo provienen del Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Fototeca Nacional del INAH. El conjunto de fotografías da cuenta de las especificidades de la participación de las mujeres en la guerra; sólo haré referencia a soldados y soldaderas mostrando cómo se trastocan tanto los espacios de participación público y privado como el discurso decimonónico sobre las relaciones de género.1

Cuando hablamos de las soldaderas nos referimos a mujeres del campo y de los sectores urbanos más pobres —mestizas e indígenas— que trasladaron sus pocas pertenencias a los escenarios bélicos para continuar desempeñando ahí las labores domésticas. En el movimiento de Independencia, en las guerras que enfrentó el país a lo largo del siglo XIX y en la Revolución mexicana, las soldaderas se enrolaron en los ejércitos siguiendo a sus hombres de tropa en las marchas militares, o bien, estacionadas frente a los cuarteles con hijos y enseres de cocina, encargadas como siempre de lo doméstico.

En 1910, las soldaderas se incorporaron a “la bola” por decisión propia o bajo el sistema de leva; llamadas también “galleta” en tanto compañera sexual del soldado, el término también refiere a las prostitutas.2 Según las regiones del país las llamaron adelitas, guachas, indias, marías, juanas; integradas al ejército federal o en los ejércitos rebeldes, trasladaron sus ínfimas pertenencias a los trenes de la revolución, o bien, las llevaron consigo en las largas marchas por agrestes zonas del país, según la estrategia de los ejércitos, como puede verse en las fotografías (1, 2 y 3). La primera imagen ha sido de las más difundidas, llama la atención la expresión de angustia en el rostro de la mujer que baja del tren; ignoramos los motivos de su preocupación. La autoría es de Gerónimo Hernández, fechada el 6 de abril de 1912, cuando transcurría la presidencia de Francisco I. Madero. Las dos siguientes ofrecen miradas idílicas de las soldaderas tanto en el ejército federal como en los ejércitos revolucionarios.

En su relato de viaje, Rose Eleanor King nombra a la soldadera como “la mujer del soldado mexicano”, expresa su admiración hacia las mexicanas de esta clase (fotografía 4), encargadas no sólo de alimentar a sus hombres, sino de cuidarlos cuando estaban enfermos o heridos y los acompañaban en su lecho de muerte; fueron asistentes e intérpretes, cumplieron su parte en la consolidación del actual gobierno liberal.3 La estadounidense Edith O’Shaughness y se refiere a ellas como:

La heroica mujer que acompaña al ejército, llevando consigo a sus hijos o cualquier otra posesión mortal; así como su ganado, canastas, cobijas, chivos, loros, frutas, etc. Estas mujeres son el único avituallamiento visible de los soldados [fotografías 5 y 6]. Los acompañan en sus largas marchas; los cuidan, los alimentan, los curan y los entierran y si acaso llega a haber dinero, entonces se les paga. Todo lo van haciendo sobre la marcha, además de prestar al macho cualquier otro servicio que pudiera solicitar. Es sorprendente la abnegación con que van por la vida.4

Las soldaderas no sólo fueron recreadas como víctimas abnegadas, aun cuando les tocó la peor parte en la guerra, no pocas veces las visiones fueron contradictorias, como la del general Urquizo, quien señaló respecto del desplazamiento del ejército federal en 1911 lo siguiente:

Las soldaderas debían alistarse para ponerse en camino, previniéndose con bastimento; viajaban junto con sus hombres en carros de segunda del ferrocarril, que semejaban una lata de sardinas por lo apretados que iban sus ocupantes, pero una lata en descomposición por lo mal que olía [fotografía 7]; algunas incluso se aventuraban a cargar con sus hijos; al llegar a alguna población, eran siempre las primeras en recorrer las casas para conseguir provisiones compradas y aun robadas, como gallinas y huevos.5

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