que leyes impuso su hijo pedro II
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Nació en Río de Janeiro y fue el hijo menor del emperador Pedro I de Brasil y la emperatriz María Leopoldina y, por tanto, era miembro de la ilustre Casa de Braganza. La abrupta abdicación de su padre y su viaje a Europa dejaron a Pedro con solo cinco años como emperador, lo que provocó que tuviera una infancia y una adolescencia solitarias.
Obligado a pasar la mayor parte del tiempo estudiando para prepararse para reinar, conoció breves momentos de alegría y tuvo pocos amigos de su edad. Sus experiencias con las intrigas palaciegas y las disputas políticas durante ese periodo afectaron muchísimo a su posterior carácter. Pedro II creció y se convirtió en un hombre con un fuerte sentido del deber y una devoción hacia su país y su pueblo. Con el paso del tiempo, se fue resintiendo en su papel como monarca.
A pesar de haber heredado un imperio al borde de la desintegración, Pedro II transformó Brasil en una potencia emergente a nivel internacional. La nación creció de forma distinta a sus vecinos hispanoamericanos debido a su estabilidad política; a su libertad de expresión, que se mantuvo celosamente; al respeto a los derechos civiles y a su crecimiento económico regular así como por su forma de gobierno: una monarquía parlamentaria constitucional. Brasil salió victorioso de tres conflictos internacionales (la Guerra contra Oribe y Rosas, la Guerra de Uruguay y la Guerra de la Triple Alianza) bajo su reinado y prevaleció en otras disputas internacionales y tensiones internas. Pedro II impuso con firmeza la abolición de la esclavitud a pesar de la oposición de intereses económicos y políticos y se ganó la reputación de ser un gran patrocinador del conocimiento, la cultura y las ciencias así como el respeto y la admiración de estudiosos como Charles Darwin, Victor Hugo y Friedrich Nietzsche. Fue amigo de Richard Wagner, Luis Pasteur y Henry Wadsworth Longfellow, entre otros.
A pesar de que no existía el deseo de un cambio en la forma de gobierno en la mayoría de los brasileños, el emperador fue apartado del poder por un súbito golpe de Estado que solo contaba con el apoyo de un pequeño grupo de líderes militares que querían una república gobernada por un dictador. Pedro II se había cansado y estaba desilusionado con respecto a las perspectivas del futuro de la monarquía, a pesar del apoyo popular, y no apoyó ninguna iniciativa de restauración de la monarquía. Pasó sus dos últimos años de vida en Europa viviendo con escasos recursos.