que importancia tiene en la historia julio cesar
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Julio César fue un político y militar romano del siglo I a. C. que alcanzó las más altas magistraturas del Estado romano y dominó la política de la República tras vencer en la guerra civil que le enfrentó al sector más conservador del Senado.
Julio César fue el gran protagonista del último periodo de la historia de la Roma republicana. Espléndido orador y escritor brillante, destacó sobre todo como insigne general y político, ambicioso, generoso, impulsivo y, al mismo tiempo, resuelto y sutil. Poseedor de una refinada cultura y de una memoria excepcional, conoció tan bien las doctrinas de los filósofos de la política como la historia de los grandes imperios orientales y sintió asimismo afición a los problemas lingüísticos y gramaticales.
Como ocurrió con Pompeyo respecto de Sila: también César se apoyó en el pueblo y fundó en el propio prestigio militar la lucha contra la facción senatorial, que procuró siempre debilitar.
Con todo el poder de la República en sus manos, César se lanzó a un ambicioso proyecto de reformas y de lucha contra la corrupción administrativa. César definió su programa con "crear tranquilidad para Italia, paz en las provincias y seguridad en el Imperio". Para restaurar la paz en las provincias, César no recurrió a medidas revolucionarias, sino que favoreció a las clases dirigentes al tiempo que realizó algunas concesiones al resto de la sociedad. Esta doble política le provocó la enemistad incluso de sus seguidores, que no llegaron a comprender la labor de César, el cual lentamente se fue aislando.
El gobierno de César, tras sus campañas militares, fue realmente de breve duración, de apenas dos años. Durante ese tiempo mantuvo nominalmente las instituciones republicanas romanas, pero adaptándolas a sus planteamientos políticos. Su programa, que intentaba abarcar la totalidad de problemas del Estado, consistía en establecer la seguridad en todo el mundo romano bajo su égida, para lo cual procuró garantizar la paz social, eliminando las bandas armadas, que funcionaban como collegia políticos, sin tomar medidas de represalia contra sus enemigos.
Dos de sus grandes logros fueron la política colonizadora (con la creación de colonias fuera de Italia, sobre todo en Hispania, Galia y África, en las que instaló a veteranos del ejército y a muchos plebeyos urbanos) y la concesión de la ciudadanía romana con la que premió a las personas leales a su causa. Muchas ciudades provinciales pasaron a convertirse en municipa de derecho romano o latino, según los casos. Los soldados percibieron como sueldo el doble de lo hasta entonces cobrado, con lo cual se evitaban posibles descontentos. Con ellos estructuró un ejército de 32 legiones.
Entre sus reformas políticas debe señalarse el aumento del número de senadores, que pasó a ser de novecientos (algunos originarios de la Cisalpina y de la Bética), con lo que tal institución perdía parte de su poder. Las asambleas fueron manejadas según su criterio personal, aunque se guardaron las formalidades republicanas, y las magistraturas se convirtieron, en la práctica, en un cuerpo ejecutivo, con magistrados nombrados en parte por el propio César. Modificó los tribunales, ordenando que se endurecieran las penas a los culpables y publicó una lex Iulia de provinciis por la que se acortaba el mandato temporal de los gobernadores provinciales. Acuñó moneda de oro, dejando para el senado la emisión de las piezas de plata y de cobre. Finalmente, es de destacar la reforma del calendario que efectuó en el 46 a.C., acompasándolo al año solar. En el campo cultural, encargó a Varrón la organización de bibliotecas