¿Que acciones iniciaron los plebeyos para mejorar sus condiciones de vida? (Roma)
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Difícilmente se encuentra en la historia universal otro proceso tan interesante y significativo como el desarrollo de la potencia mundial romana. Y este desarrollo es, para el consiguiente conocimiento histórico, de tanto mayor valor por cuanto se ha realizado, en la parte más esencial, a plena luz histórica. Aun sin tomar en consideración los tiempos de la incierta tradición, los cuentos fabulosos acerca de la fundación de Roma, la dominación y caída de los reyes, y queriendo empezar con los hechos y acontecimientos en algún modo probados, no nos faltará un solo eslabón verdaderamente esencial de esa larga evolución, aun cuando, a raíz de investigaciones más recientes, hay que relegar también al mundo de las leyendas algún suceso por mucho tiempo considerado como cierto. El papel histórico mundial de Roma empieza, afortunadamente, sólo después de rebasado el límite entre el mito y la historia.
Todavía en la segunda mitad del siglo IV (a. J. C), Roma se había extendido sólo muy poco más allá de los límites de la ciudad – estado. El centro de la ciudad es el alma del estado, y la campiña circundante constituye la fuente de nutrición para los ciudadanos. Todavía en esta época los conceptos de ciudadano y agricultor coincidían perfectamente. Aunque había ya varias ramas de artesanos, no es el caso de hablar de industria, a no ser que se quiera derrochar grandes palabras para cosas muy pequeñas. También son escasos los contactos con el exterior, no llenando aún ni el comercio, ni la guerra una función esencial. Las viejas tradiciones están, por supuesto, repletas de hechos de armas que habrían ocurrido en los tiempos antiguos, pero no es el caso de dejarse deslumbrar por las palabras grandilocuentes. Trátase, aún en los hechos más importantes, de inevitables litigios fronterizos, los que fueron luego agrandados por la tradición familiar hasta asumir una significación impropia. Sí se considera en qué estrecha extensión vivían, una cerca de la otra, las tribus en lucha entre sí, y qué pequeño número de hombres podía, dado el exiguo grado de cultura de entonces, hallar allí su sustento, se encontrará en seguida la verdadera medida para la apreciación de aquellos relatos. Roma era, hacía la mitad del siglo IV, una ciudad como muchas otras de aquel tiempo en Italia, sin superar el promedio de las mismas ni en poder, ni en cultura; por el contrarío, las ricas ciudades etruscas en el norte y las griegas en el sur de la península dejaban considerablemente tras de sí, en la sombra, a Roma.
Todavía en la segunda mitad del siglo IV (a. J. C), Roma se había extendido sólo muy poco más allá de los límites de la ciudad – estado. El centro de la ciudad es el alma del estado, y la campiña circundante constituye la fuente de nutrición para los ciudadanos. Todavía en esta época los conceptos de ciudadano y agricultor coincidían perfectamente. Aunque había ya varias ramas de artesanos, no es el caso de hablar de industria, a no ser que se quiera derrochar grandes palabras para cosas muy pequeñas. También son escasos los contactos con el exterior, no llenando aún ni el comercio, ni la guerra una función esencial. Las viejas tradiciones están, por supuesto, repletas de hechos de armas que habrían ocurrido en los tiempos antiguos, pero no es el caso de dejarse deslumbrar por las palabras grandilocuentes. Trátase, aún en los hechos más importantes, de inevitables litigios fronterizos, los que fueron luego agrandados por la tradición familiar hasta asumir una significación impropia. Sí se considera en qué estrecha extensión vivían, una cerca de la otra, las tribus en lucha entre sí, y qué pequeño número de hombres podía, dado el exiguo grado de cultura de entonces, hallar allí su sustento, se encontrará en seguida la verdadera medida para la apreciación de aquellos relatos. Roma era, hacía la mitad del siglo IV, una ciudad como muchas otras de aquel tiempo en Italia, sin superar el promedio de las mismas ni en poder, ni en cultura; por el contrarío, las ricas ciudades etruscas en el norte y las griegas en el sur de la península dejaban considerablemente tras de sí, en la sombra, a Roma.
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gracias por la respuestas:)
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