¿por que la mayor cantidad y variedad de actividades terciarias se localizan en las ciudades?
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Respuestas a la pregunta
Se analiza la evolución de la población activa y de otros indicadores demográficos vinculados, con el fin de determinar cuál era la estructura profesional dominante, y las posibles transformaciones que se registraron en la actividad económica urbana. La principal hipótesis a demostrar es el predominio de las actividades terciarias sobre las de tipo industrial y primario, como parte de un proceso de consolidación del sector a largo plazo. A pesar del peso del sector terciario, se aprecia un cierto dualismo, derivado de la fuerte presencia de actividades de servicios de bajo nivel de cualificación (servicios domésticos, comercio cotidiano, etc.), frente a otras funciones de mayor nivel de sofisticación, vinculadas por lo general a los diferentes tráficos originados por el principal motor de la actividad económica local, el puerto. Palabras clave: población, A Coruña, historia urbana, actividad económica
En el presente trabajo se estudian algunas de las principales características de la población activa de una ciudad de rango jerárquico intermedio durante la primera mitad del siglo XX. El objetivo es determinar qué tipo de estructura profesional era la dominante en la ciudad, y las posibles transformaciones que se registraron en la actividad de sus habitantes en un período en conjunto de gran importancia para la sociedad española, que antecede a los profundos cambios que se desarrollaron a partir de los años sesenta. La investigación nos introduce en el conocimiento de la estructura económica urbana a través del examen de sus distintos sectores, proporcionando así un primer índice del nivel de desarrollo socioeconómico de la comunidad.
La principal hipótesis a demostrar es el predominio de las actividades terciarias sobre las de tipo industrial y primario, como parte de un proceso de consolidación del sector a largo plazo, que hunde sus raíces en el siglo XVIII (Alonso 1991) y que se afianzó durante la primera mitad del siglo pasado. Este predominio se basaba principalmente en las actividades vinculadas al tráfico portuario, pesca, comercio, además de otras tradicionales funciones urbanas (militar, administrativa, hostelera, etc.), repitiendo en este caso un patrón similar al de la mayor parte de las ciudades españolas de tipo medi
Sin embargo, en la literatura económica no es frecuente hallar estudios sobre tempranos procesos de terciarización en economías urbanas concretas[2]. Ahora bien, la terciarización que han experimentado las sociedades occidentales desde la segunda mitad del siglo XX (Stanback et al. 1981; Gershuny y Miles 1983; Daniels 1993), incluida la española (Cuadrado 1993; Cuadrado y Ortiz 2001), y que se ha acelerado tras el advenimiento de la sociedad globalizada y de la sociedad de la información (Cuadrado et al. 2002; Ács et al. 2002), constituye un fenómeno que encuentra sus raíces en el siglo XIX y con mayor claridad en los inicios del siglo XX (Daniels y Moulaert 1991). Por ello, aunque la vinculación entre industrialización y urbanización ha sido extensamente analizada, el crecimiento urbano dependió también en gran medida del desarrollo y diversificación de diversas actividades de servicios, localizados principalmente en las ciudades (Daniels 1991b). El problema reside en que estos fenómenos han estado parcialmente ocultos por el avance del sector industrial. Por otra parte, existen ciudades que no han seguido el patrón evolutivo estándar de la mayoría de las urbes, especialmente de las grandes metrópolis (Daniels 1991a). Con frecuencia, la industrialización no llegó a cristalizar o, cuanto menos, se manifestó tardíamente o con menor intensidad. Este parece haber sido el caso de A Coruña, en donde durante el siglo XIX los intentos de industrialización resultaron en general fallidos. Con todo, en determinados momentos, el sector industrial-manufacturero experimentó algunos avances, vinculados en buena medida con la función portuaria. Pero éstos ocurrieron más como resultado de desaceleraciones de los sectores primario y terciario que de un verdadero proceso de industrialización. Finalmente, conviene tener presente que una de las fuentes consultadas en otros trabajos, la contribución industrial y de comercio, registraba empresas, pero no recogía la totalidad del empleo (por ejemplo, el servicio doméstico, los servicios públicos, la administración, etc.), cuyo peso en términos de ocupación de la mano de obra era elevado. Esto de por sí cuestiona cualquier conjetura sobre una hipotética industrialización de la ciudad.