Por que a algunas de las personas que no siguen la búsqueda del placer, del tener y del poder se les desprecia, se les tacha de tonta si se les dice que están perdiendo el tiempo?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
porque la gente cree que es conformista y no podra llegar a ser nada , los demás tienen la idea de superarse y no desean saber i respetar las opiniones de los demás
Respuesta:
El dar sentido al sin sentido es una tarea esencial tanto de psicoanalistas como de poetas, por ejemplo poniendo orden en el aparente caos del mundo interno. Esto significa: buscar el significado, e insistentemente preguntarte por él, justo ahí donde el “sentido común”, “la mente sana”, “la razón”, es decir, el pensamiento convencional, tropiezan con sus propios límites. Estas cuestiones se plantean para poder reconocer, tras el fenómeno de lo que parece una locura, su profunda estructura de significado. Cuanto más se acerquen a la verdad del alma y de forma precisa presenten las conexiones escondidas del significado, de modo que el lector o el que lo escucha puedan percibirlas, más grande es el escritor y mejor es el analista. A lo que escribe el poeta el analista le da una estructura teórica. Don Quijote dice: “Las historias fingidas tanto tienen de buenas y de deleitables cuanto se llegan a la verdad o la semejanza della, y las verdaderas, tanto son mejores cuanto son más verdaderas” (p.1000). Esto es, por lo tanto, una cuestión acerca de la verdad. “Que puesto que aquello sea ficción poética tiene en sí encerrados secretos morales dignos de ser advertidos y entendidos e imitados” (p. 334/5), cuenta Lotario a su alocado y “curioso impertinente” amigo Anselmo, en la primera de las novelas intercaladas en la obra (Cap. 33, Parte 1, p. 327)
Sin embargo, esto nos pone inmediatamente en un terrible problema: ¿Hasta qué punto la verdad tiene permiso para ser contada? ¿Cuánto puede la verdad ser hablada en un estado donde la Iglesia tiene casi todo el poder y donde el estado, al servicio de la fe y el poder del aparato real, a duras penas reconoce algún derecho del individuo, y sólo hace que reforzar el derecho y la fuerza arbitraria del Rey y de las autoridades eclesiásticas con condenas a la hoguera o a la horca, y con expulsiones masivas de sus ciudadanos?
La verdad sólo puede ser contada indirectamente, con desplazamientos y transformaciones, las distorsiones y embellecimientos que nosotros conocemos de las fantasías, de los estados disociativos y psicosis -o de la literatura subterránea de todas las tiranías. La sabiduría y la verdad se visten con los ropajes de los bufones. No es por casualidad que el autor ficticio usado por Cervantes, como un tipo de trabajo ideal, es un moro y un musulmán, “Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo” (p.94), y que algunas de las escenas más conmovedoras tratan de la expulsión masiva de los moriscos, es decir los moros bautizados, que ocurrieron justo en la época en que se escribió la segunda parte de esta novela (1609-1613) -una repetición de la persecución de los judíos y de su completa expulsión en 1492 y de la quema masiva de los judíos bautizados, los “conversos”, a los cuales la propia familia Cervantes debió de pertenecer. A pesar de esto, Cervantes varias veces se atrevió a cantar el ensalzamiento de la libertad- él que estuvo mucho tiempo como esclavo de los árabes, así como prisionero en varias cárceles españolas. Por eso, Don Quijote le enseña a Sancho Panza: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres” (p. 952). O el fugitivo Morisco Ricote, al encontrar asilo en Alemania, dice: “...llegué a Alemania, y allí me pareció que se podía vivir con más libertad, porque sus habitadores no miran en muchas delicadezas: cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte della se vive con libertad de consciencia.”(p. 933). Esto era en Alemania, unos años antes del inicio de la guerra de los 30 años. Pero ¡qué pensamiento más revolucionario en un imperio tan totalitario! Muy similar, aunque de un modo más velado, es dicho por la “cabeza encantada”: “Yo no juzgo de pensamientos” (p. 993).
De este modo, Don Quijote es, entre otras cosas una épica de la libertad y especialmente un trabajo sobre la libertad de pensamiento y de comunicación, pero escondido tras la locura estrafalaria del caballero y la aparente simpleza de su escudero, o como en el último ejemplo, tras el ingenioso fraude del busto encantado. Detrás de todo esto podemos adivinar las propias experiencias de Cervantes de humillación y de vergüenza. Y, por lo tanto, tiene que ser un libro sobre una rebelión velada.