personajes y caracteristicas de los Incas Ajedrecistas
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Los moros, que durante siete siglos dominaron España, introdujeron en el pais conquistado la aficion al juego de ajedrez.Terminada la expulsión de los invasores por la catolica reina Isabel, era de presumirse que con ellos desparecerían todos sus habitos y distracciones ;pero lejos de eso, entre los heroicos capitanes que en Granada aniquilaron el ultimo baluarte del islamismo, había echado hondas raíces el gusto po el tablero de las sesenta y cuatro casillas o escaques , como en heráldica se llaman.
Pronto dejo de ser el ajedrez el juego favorito y exclusivo de los hombres de guerra, pues cundió entre las gentes de la Iglesia, abades, obispos, cónicos y frailes de campanillas. Así, cuando el descubrimiento y la conquista de América fueron realidad gloriosa para España, llego a ser como patente o pasaporte de cultura social para todo el que al Nuevo Mundo venia investido de cargo de importancia el verle mover piezas en el tablero.
El primer libro que sobre el ajedrez se imprimiera en España apareció en el primer cuarto de siglo posterior a la conquista del Perú, con el titulo Invención liberal y arte de axedrez, por Ruy Lopez de Segovia, clérigo, vecino de la villa de Zafra, y se imprimió en Alcalá de Henares en 1561. Ruy Lopez es considerado como fundador de teorías y poco de su aparición se tradujo el opusculo al francés y al italiano.
El librito abundo en Lima hasta 1845, poco mas o menos, en que aparecieron ejemplares del Philidor, y era de obligada consulta allá en los días lejanisimos de mi pubertad, así como el Cecinarrica para los jugadores de damas.Hoy no se encuentra el Lima, ni por un ojo de la cara, ejemplar de ninguno de los dos viejisimos textos.
Que muchos de los capitanes que acompañaron a Pizarro en la conquista, así como los gobernadores de Vaca de Castro y La Gasca, y los primeros virreyes Nuñez de Vela, marquez de Cañete y el conde de Nieva, distrajeron sus ocios en las peripecias de un partida, no es cosa que llame la atención desde que el primer arzobispo de Lima fue vicioso en el juego del ajedrez, que hasta llego a comprometer, por no resistirse a tributarle culto, el prestigio de las armas reales. Según Jimenez de la Espada, cuando la Audiencia encomendó a uno de sus oidores y al arzobispo don fray Jerónimo de Loayza la dirección de la campaña contra el caudillo revolucionario Hernandez Giron, la musa popular del campamento realista zahirio la pachorra del hombre de toga y la afición del mitrado al ajedrez con este cantarcillo pobre rima, pero rico en verdades:
El uno jugar y el otro dormir,
¡on que gentil¡
No comer ni apercibir
¡oh que gentil¡
Una ronca y el otro juega...¡
y así va la brega¡