Contabilidad, pregunta formulada por yisselromero12, hace 2 meses

necesito una historia larga inventada plisss para hoy

Respuestas a la pregunta

Contestado por pinedabrittany67
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Respuesta:

En una pequeña cabaña, en un lejano bosque, vivía Amelia, una niña rara que siempre había querido

volar igual que un pájaro.

Un día que jugaba con su gato,  en un jarrón, se encontró un espejo; un espejo café con piedritas alrededor. Ella se dio cuenta de que, en la parte de atrás, decía:

(Háblame y te concederé  tres deseos)

La niña, muy emocionada, dijo:

—Deseo  poder volar.

En ese mismo instante, el espejo empezó a brillar ¡Y la niña salió con su gato disparada hacia el bosque!

¿Acaso pesaban lo mismo que una pluma?

Cuando Amelia abrió los ojos, estaba  en un bosque, pero no el que ella conocía, sino que era

más verde, pero no se oía ningún correteo de animalillos por ahí.

Amelia empezó a buscar a su gato, ya que recordaba que se fue volando igual que ella.

Al cabo de un rato, vio unas orejas puntiagudas — ¡Nishu!

La niña corrió hacia su gato, que se erizó por no saber quién corría en la dirección donde se encontraba el, luego el gato olfateó el aire, y fue a ronronearle a Amelia.

Después de unas horas,  Amelia recordó que no solo tenía un deseo, sino tres, y que si encontraba el espejo, podría  volver a su cabaña, y por fin cubrirse bien, ya que moría de frio, pues era invierno.

La niña buscó el espejo en todo ese bosque sin animales.        No pudo encontrarlo antes de que empezara a llover. Ella y su gato se refugiaron bajo un árbol hueco, y al cabo de un rato, se quedaron dormidos. Cuando Amelia despertó, Le crujían las tripas del hambre que tenía. Tomó a su  gato,  y fue a buscar unos hongos (ya que su mamá le había enseñado como identificar hongos comestibles) casi no encontró que se pudieran comer. Después de digerirlos todos, su gato tendría que cazar, pues (como sabrás, a los gatos no les gustan para nada las frutas o verduras solo les gustan la carne, o si son domesticados pues croquetas) Como no había muchos animales que digamos,  solo encontró un pequeñísimo ratón.

Debía tener tanta hambre como ella, pues justo después de engullir su presa, salió corriendo a atrapar un gorrión que estaba cerca.

Después de un rato, su gato había comido como cerdo, pero ella aún tenía hambre,

¡Qué suerte la suya!

Moría de hambre la pobrecilla, pero luego que ella había hecho una fogata para calentarse, su gato, que seguía cazando como fiera, le trajo  un conejo recién cazado, a ella no le gustaba comer carne, pero tenía tanta hambre que lo puso al fuego.

Después de que Amelia estuviera satisfecha,  fueron de nuevo a buscar el espejo, y como se lo imaginaba: no lo encontraron.  ¿Por qué tenía que encontrarse con ese tonto espejo?

Amelia, desesperada, gritó: —  ¡Desearía que esa persona o lo que sea que invento ese espejo me explicara por qué me encontré con esa cosa!

De repente, un remolino apareció enfrente de ellos,  y un ser fantasmal con una bata de mago apareció y el remolino se esfumó.

— Porque tu vida era simple, sin aventuras,  demasiada aburrida, aunque vivas en un bosque.

Dijo el mago, y desapareció.

La niña se quedó boquiabierta y su gato se erizó. ¡¿Todo este tiempo estuve buscando ese espejo, cuando podría haber dicho regrésenos a nuestra casa?!

¡Deseo  que nos regresen a nuestra casa!  Gritó. Luego, el viento los llevó hasta donde estaba su cabaña y la niña estaba tan feliz, que no pudo evitar gritar:   ¡Gracias!

   

                                   Se llama lo que el viento llevó.

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