necesito un ensayo sobre algún miedo no importa cual de al menos 400 palabras doy coronas
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Es posible que nuestros abuelos, que vivían en más en el ámbito rural, vivieran la muerte y el morir con más naturalidad. Conforme pasa el tiempo estamos consiguiendo sustituir vidas más cortas y muertes más tempranas y rápidas por vidas más largas y muertes más lentas, prolongadas por intervención médica y tecnología. Pero es posible que nos estemos distanciando también a nivel subjetivo de la experiencia del vivir el morir como última etapa de la vida.
No estaremos muy lejos de la realidad si describimos nuestra sociedad como un tanto tanatofóbica, es decir, caracterizada por un persistente, anormal e injustificado miedo a la muerte o a morir.
Muerte y morir no son sinónimos. La muerte es la cesación absoluta de todas las funciones vitales, mientras que el morir es el proceso por el que se llega a la muerte. Pero no sólo. Acostumbramos a hablar de la muerte cuando filosofamos, generalizamos, consideramos la finitud de la condición humana… Hablamos del morir cuando tenemos en mente y corazón un proceso más próximo, más personalizado de seres queridos, de pacientes, de nosotros mismos.
Algunos pensadores han pasado a la historia precisamente por su gran capacidad de reflexión sobre la muerte, como es el caso de Sartre.
Ayuda a agravar la situación la conciencia de la profunda soledad, es decir, la conciencia del hecho de que la muerte no puede ser compartida con nadie, que nadie llevará la propia piedra a la cima de la montaña, por más que intente hacerlo.
En esta situación de la enfermedad, ante la angustia, no falta quien recurre a la ironía como recurso –presentado con frecuencia en las películas de guerra– en forma de humor negro.
3. En cuanto culpa o condenación. Amenaza la afirmación metafísica o religiosa. La angustia religiosa se experimenta ante el pecado y la posible consiguiente condenación. (Ha sido estudiada especialmente por Kierkegaard y Jaspers).
Es la angustia en cuanto culpa o condenación. La enfermedad es ocasión de revisión de la propia vida. Con frecuencia la propia responsabilidad se siente llamada al banquillo del propio tribunal en el que, en principio, el enfermo es juez y acusado.
Si bien es cierto que no hay que exagerar los sentimientos de culpa, tampoco hay que trivializarlos totalmente. Ante la proximidad de la muerte o, en cualquier caso, ante su anticipación en la enfermedad, el mosaico emotivo es distinto según haya sido el pasado. El modo en que se muere depende, en no poca medida, de las posibilidades que la persona ha tenido de conseguir sus propias metas, de realizarse de manera plena y sensata, con sentido.
Y puede comprenderse mejor teniendo en cuenta que en nuestro inconsciente, la muerte nunca es posible con respecto a nosotros mismos. Para nuestro inconsciente, es inconcebible imaginar un verdadero final de nuestra vida aquí en la tierra, y si esta vida nuestra tiene que acabar, el final siempre se atribuye a una intervención del mal que viene de fuera. En términos más simples, en nuestro inconsciente sólo podemos ser matados; nos es inconcebible morir por una causa natural o por vejez. Por lo tanto, la muerte de por sí, va asociada a un acto de maldad, es un acontecimiento aterrador, algo que exige pena y castigo.
Miedos ante el morir
Además de la angustia ante la muerte, las personas experimentamos miedos más cotidianos. Miedo a resfriarnos (incluso si la muerte está próxima), miedo a una nueva infección, a un descontrol de esfínteres…
Son muchos los estudios que subrayan el hecho de que lo que produce temor en la mayoría de las personas no es tanto el hecho de la muerte en sí, sino los acontecimientos impredecibles previos a ella, es decir, el proceso de morir y no la muerte misma.
Los miedos más comunes a la muerte, según se suelen repetir como resultados de diferentes estudios son fundamentalmente estos:
•A que vaya a sufrir mucho.
•A que no vaya a recibir la atención adecuada.
•A hablar con el ser querido.
•A que su ser querido adivine su enfermedad.
•A estar solo con el ser querido en el momento de la muerte.
•A no estar presente cuando muera el ser querido.
La muerte, vivida como proceso de continuas y acumulativas pérdidas progresivas, es una experiencia única, incluso cuando se ha pasado por otros procesos de pérdidas. La muerte, al fin y al cabo, es la posibilidad más peculiar de la vida humana.
Podríamos decir que el miedo a la muerte se conjuga en plural. Son miedos ante amenazas concretas y definidas que se van aproximando o de las que se va haciendo experiencia. Están en relación a los recursos de los que se dispone en la proximidad. Por eso, la confianza inspirada por seres queridos, profesionales y una atención adecuada, será el mejor antídoto de los mismos.