manguel cómo le dominó a los individuos puros y a los individuos no puros
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El Cada vez era más frecuente en México las reflexiones y debates sobre el poco o nulo “hábito de la lectura”. Poco o nulo hábito, se entiende, de un particular tipo de lectura: el canónico, es decir el de los libros de calidad, el de los clásicos antiguos y modernos o, con palabras de Harold Bloom, el del “canon occidental”.
Yo mismo he abonado no pocas páginas ni escasas palabras a este tema, que se ha vuelto de pronto “muy importante” lo mismo para el discurso oficial que para el interés privado. Pero lo que más me inquieta es que, en este asunto que parece tan importante, casi todos los análisis vayan exclusivamente por el sendero literario y estético hasta desembocar en un punto predecible que ya se ha vuelto lugar común: la vergüenza nacional que representa la muy precaria práctica de lectura y “la falta de disposición” de los mexicanos para leer buenos libros. (También España se avergüenza de que sólo 3% de sus alumnos alcance el nivel más alto de resultados de la prueba OCDE-PISA, en destreza lectora, y del hecho de que su índice de lectura esté “a la cola de Europa”. ¿No lo sabían?)
Lo preocupante de los análisis literarios sobre la lectura es su inflamado lirismo y su acentuada ingenuidad, y el que hagan muy poca o ninguna inflexión sobre lo social y lo pedagógico, es decir sobre la realidad circundante de los lectores y los no lectores.