Castellano, pregunta formulada por beamoMapat1xkarmi6sh, hace 1 año

Los titanes del tiempo resumen

Respuestas a la pregunta

Contestado por MajoRGimenez
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“Los Titanes  del Tiempo" del escritor guatemalteco Aroldo Moisés Pescado Tomás, narra la historia de Don Encarnación y Doña Candelaria, dos señores mayores de edad que diariamente salen a trabajar para sobrevivir, Don Encarnación salía a buscar materiales para el trabajo y Doña Candelaria iba a vender los productos que ellos mismos cultivaban, al mercado central.

Un día como cualquier otro Doña Candelaria va al mercado a vender sus gallinas, conejos y vegetales a la plaza de la cuidad todo iba bien hasta que al llegar al pueblo unos gendarmes, los sacaron y no los dejaron vender su mercancía, por lo que  tuvieron que correr para salvar la vida, dejar la venta para no ir al calabozo, Don Encarnación regresó a casa y al entrar a la cocina ve a su esposa llorando, Doña Candelaria le cuenta cómo perdió todo y quedó ella sola, sin dinero, sin gallinas, ni conejos, ni nada; él abrazó a su esposa y los dos lloraron, agradeciendo que a ella no le pasó nada.

Contestado por emivanne123lunita
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Se acercaba el tiempo de las luciérnagas en el aire, esas pequeñas luces que con las primeras lluvias dan la idea de ser chispas de fuego al extinguirse el incendio que quemaba la tierra en el verano. La noche que no era noche delineaba figuras chinescas por el camino de tierra, de piedra, de polvo, de lodo. De pronto se sintió caer en un profundo abismo, sintió volar hacia atrás, de espaldas por un segundo sin fin. El ladrido de un perro negro que dormía en el camino lo vino a despertar, era como alma de diablo que mostraba sus dientes blancos mientras pasaban Lila, una vieja mula acanelada, y él montado sobre ella casi dormido en el sueño del amanecer eterno.

Y tubo que sostenerse también el sombrero ancho para no caerse porque la mula despertó asustada, ya que se sintió caer de espaldas frente a la fuerza del ladrido de un lebrel pinto que se oponía a su camino. Con las primeras luces sonaban las bocinas como reses para el matadero, docenas de canastos y sacos con plumas, frutos, verduras y hortalizas eran cargados al camión donde viajaría Ña Candelaria. La oscuridad palidecía como hombre que se asusta y que dormido enflaquece y despierto muere. El canto del cenzontle lloraba agua, y el hombre con su mula llegaba al monte, para trabajar la tierra sagrada y benévola, que generosa da a su tiempo la espiga que es la madre del pan, y el maíz, padre del hombre americano.

El sol pintaba el horizonte con sus rayos de luz, mula y hombre eran como sombras en ese paisaje de oro. Los brazos y piernas reumáticos de tanto labrar la tierra comenzaron su larga faena. Olía a tierra seca. Doña Candelaria, mujer vieja y paciente como su esposo, llevó a vender miltomates verdes, gallinas amarillas y conejos blancos a la plaza de la ciudad.

Doña Candelaria narró con la voz quebrada cómo perdió todo y quedó ella sola, sin dinero, sin gallinas, ni conejos, ni nada. Un colibrí hecho con cabellos de luna volaba entre las gotas de lluvia y de sus alas se desprendían fracciones de tiempo color del arco iris en el crisol de la tierra seca y sedienta. Los trabajadores con su trabajo honrado y noble son los verdaderos héroes de la historia, de la patria, de esta tierra milagrosa y legendaria.

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