los derechos de la mujer en argentina en el año "1934"
Respuestas a la pregunta
La protección social de las mujeres en relación a su capacidad reproductiva se constituye en preocupación de Estado en Argentina desde las últimas décadas del siglo XIX. En efecto, los propósitos poblacionistas de disminuir los altos índices de mortalidad infantil, prevenir la 'degeneración de la raza' o dar una respuesta a la caída de la natalidad, se conjugan con otros de reordenamiento social, mejora de las condiciones de vida de los sectores populares y moralización de la población, que dan como resultado una creciente intervención del Estado a través de políticas de protección a las madres, reales o potenciales.
Dos parecen ser los escenarios privilegiados de esta intervención. Por un lado, el trabajo femenino que es visualizado como una amenaza a la capacidad física de reproducción de las mujeres, en tanto retrasa su desarrollo, deforma su organismo, disminuye sus posibilidades de gestar y de llevar a término un embarazo. Además, influye negativamente en la mortalidad infantil, en la medida que impide el libre desempeño de la lactancia y se constituye en una traba al naturalizado rol socializador, moralizador y mediador de conflictos de las madres. Pese a la extendida opinión desfavorable respecto del trabajo femenino, que nuclea a un amplio arco político e ideológico, la creciente e inevitable incorporación de las mujeres al mercado laboral genera consenso alrededor de la necesidad de legislar y reglamentar su trabajo asalariado a fin de que pueda ser compatible con su función maternal. Esta visión se conjuga, no siempre de forma conflictiva, con las demandas provenientes de las diferentes organizaciones obreras, algunas de ellas con sus filiales femeninas, acerca de las condiciones de trabajo de las mujeres y de la necesidad de adquisición de derechos (Recalde, 1988; Lobato, 2004; Nari, 2004a; Ramacciotti, 2005).
El otro campo de intervención estatal son los procesos de gestación, alumbramiento y crianza de los hijos. A diferencia de países como Italia, Francia o España donde se establece una normativa pro-natalista que incluye disposiciones represivas, como la penalización del aborto y de los métodos anticonceptivos, la censura en la educación sexual o el impuesto especial para los solteros, y medidas de estímulo como premios por nupcialidad o por natalidad, préstamos y exenciones tributarias para las familias numerosas y asignaciones familiares (Grazia, 2000; Offen, 1991; Nash, 1991), en la Argentina las políticas implementadas giran en torno a un modelo pro-maternal que, a mediados del siglo XX, vuelve su foco de atención hacia el cuidado de los 'niños' en detrimento de la protección de las madres. Es decir, ni los métodos anticoncepcionales ni el aborto son penalizados enérgicamente y, a pesar de la existencia de un fuerte discurso natalista, no son incorporadas al corpus legal medidas de estímulo de la natalidad (Barrancos, 2002). En su lugar, durante las décadas de 1920 y 1930 se van imponiendo una serie de ideas que tienden a proteger a la familia y a desvincular a la mujer del mercado de trabajo. Partiendo de premisas diferentes, socialistas y católicos presentan numerosos proyectos legislativos que intentan reforzar las condiciones de reproducción de la que consideran el 'pilar fundamental de la sociedad'. La más importante de estas propuestas gira en torno al establecimiento de un salario familiar para que los varones puedan sostener económicamente a sus hijos y a su esposa y así ésta tenga la posibilidad de dejar de trabajar en el mercado. Con ello se refuerza la dominación marital en la medida que se asocia la asignación familiar al salario del varón. Paralelamente, se avanza sobre la protección de los hijos a través de sus madres, asalariadas o no, por medio de un extenso arco de actores y problemas como la organización de un sistema nacional de asistencia sanitaria y social materno-infantil, en la multiplicación de instituciones para controlar la salud de los cónyuges a través de exámenes pre-nupciales, amparar a las madres solteras y a los niños abandonados y propulsar la educación de las mujeres en el 'arte' de ser madres. Asimismo, se estimula la lactancia materna contra las formas de alimentación 'artificial' (Nari, 2004b; Biernat, Ramacciotti, 2008).