Lee el cuento “pulgarcito” y realiza un glosario con las palabras que desconozcas.
PARTE 2:
Ellos lo siguieron, y Pulgarcito los condujo hasta la casa por
el mismo camino por el que se habían internado en el bosque.
Al principio no se atrevieron a entrar, sino que se sentaron a la
puerta, desde donde podían escuchar lo que su padre y su madre
conversaban.
En el momento en que el leñador y la leñadora regresaron a
le casa, el señor del pueblo les envió diez escudos que les debía
desde hacía algún tiempo, y con los que no contaban. Aquel
dinero les devolvió la vida, pues los pobres estaban muertos
de hambre. El leñador mandó de inmediato a su mujer a la
carnicería, y puesto que hacía mucho tiempo que no comían, ella
compró tres veces más carne de la necesaria para la cena de dos.
Cuando estuvieron hartos, la leñadora dijo:
—¡Ay! ¿Dónde estarán ahora nuestros niños? ¡Cómo
habrían gozado con esto que nos sobra! ¡Y has sido tú,
Guillermo, quien ha querido abandonarlos! Te dije que nos
arrepentiríamos. ¿Qué harán ahora en el bosque? ¡Ay! ¡Dios mío,
los lobos se los habrán comido! ¡Qué inhumano eres! ¡Haber
abandonado así a tus hijos!
El leñador al fin se salió de casillas, pues ella repitió más
de veinte veces eso de que se arrepentirían, que ella se lo había
advertido. La amenazó pues con darle una paliza si no se callaba.
No es que el leñador no estuviera, tal vez, tan afligido como
su esposa, sino que ella lo iba e enloquecer con la cantinela;
además, a él le pasaba lo que a otras gentes, que gustan de
las mujeres que tienen le razón, pero que encuentran muy
inoportunas las que siempre tienen la razón.
Le leñadora seguía repitiendo bañada en lágrimas:
—¡Ay! Mis niños, mis pobres niños ¿Dónde estarán ahora?
En una ocasión gritó tan fuerte que los niños, que tenían
pegado el oído a la puerta, la oyeron y contestaron en coro:
—¡Aquí estamos, aquí estamos!
La mujer corrió inmediatamente a abrirles la puerta, y
mientras los abrazaba, les decía:
—¡Qué contenta estoy de volver a veros, queridos niños!
Estáis cansados y hambrientos; y tú, mi pobre Pedro, cómo te has
embarrado, ven yo te lavo. (Debéis saber que Pedro era el mayor,
su preferido, pues como ella, era un poco pelirrojo).
Se sentaron a la mesa y comieron con tal apetito que el
padre y la madre estaban felices viéndolos. Los niños hablaban
todos a la vez, contando el miedo que habían sentido en el
bosque. La pareja no cabía de gozo al tener otra vez a sus hijos
con ellos. Pero esa alegría duró tan solo lo que duraron los
diez escudos; pues cuando la plata se acabó, los esposos se
entristecieron de nuevo, así que resolvieron abandonarlos otra
vez; y para no fallar el golpe, llevarlos aún más lejos que en la
primera ocasión.
A pesar del sigilo con que hablaron, otra vez fueron
escuchados por Pulgarcito, quien decidió arreglárselas también
ahora; pero aunque se levantó muy temprano para recoger las
piedrecitas, no pudo hacerlo, ya que encontró la puerta cerrada con
doble llave. Pulgarcito no sabía qué hacer, pero cuando el leñador
le dio a cada uno un pedazo de pan para el desayuno, pensó que
el pan podría servirle tanto como los guijarros, si dejaba caer las
migas a lo largo del camino. Guardó pues el pan en el bolsillo.
Sus padres los llevaron al lugar más espeso y oscuro del
bosque, y una vez allí tomaron un atajo y los abandonaron.
Pulgarcito no se preocupó demasiado, pues confiaba en encontrar
el camino con la ayuda de las migas que había dejado caer. ¡Pero
qué sorpresa se llevó cuando no logró encontrar ni una sola: los
pájaros habían venido y se las habían comido! Así que ahí los
tenemos muy afligidos: mientras más andan, más se extravían,
más y más se internan en el bosque.
Llegó la noche y con ella se elevó un ventarrón que les
produjo un miedo espantoso; les parecía oír los aullidos
lobos que se acercaban para comérselos. Tampoco se atrevían a
hablar, ni a volver la cabeza. Al viento siguió un aguacero que les
caló los huesos; a cada paso se deslizaban y caían en el fango, de
donde se levantaban completamente embarrados, sin saber qué
hacer con las manos.
Pulgarcito trepó entonces a un árbol para ver si divisaba algo;
luego de mirar a un lado y a otro, vio una lucecita tenue como de una
candela; pero estaba muy lejos, más allá del bosque. Descendió
del árbol, y una vez en tierra no vio nada; eso lo desconsoló. Sin
embargo, luego de marchar con sus hermanos en la dirección en
que había visto la luz, al salir del bosque la vio de nuevo.
ayudaaaaaa
en otra pregunta esta la continuacion.
busquen en mis preguntas
porfavor ayudaaaaaaa el que me ayude le doy CORONITA
porfavot ayudaaaaaaaaa
Respuestas a la pregunta
Contestado por
1
Explicación:
lo que tienes que hacer es escribir las palabras que no conoscas y listo :)
Usuario anónimo:
A eso no se refería, ella quería que la ayudáramos a encontrar palabras poco conocidas en el texto
Contestado por
3
Respuesta:
paliza: Serie numerosa de golpes dados a una persona como castigo o con la intención de hacerle daño
afligido: Que implica o denota aflicción
cantinela: Cosa que se repite con una insistencia que resulta molesta e inoportuna, especialmente un sonido o lo dicho por alguien.
ventarrón: Viento muy fuerte.
fango: Barro blando y viscoso, mezclado a veces con restos orgánicos, que se forma en el fondo de una corriente o depósito de agua, o en un lugar en el que queda circunstancialmente agua estancada
Espero y te haya ayudado.
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