Las reglas del diálogo y el buen argumento
En la vida cotidiana utilizamos a menudo argumentos que no son formalmente válidos, pero que consideramos razonablemente correctos. Algunos autores llaman argumentaciones correctas a los argumentos en los que la conclusión se apoya en las premisas, aunque tal apoyo se entienda en un sentido amplio. Son argumentos cuya «fuerza probatoria» depende de que se cumplan o no ciertas condiciones ligadas al contexto concreto en el que se usan. La lógica informal, también denominada por algunos como «lógica de las buenas razones», estudia las condiciones que deben cumplir los argumentos para ser correctos en ese sentido. Por ejemplo, los argumentos empleados en un proceso judicial son «buenas razones» presentadas ante un tribunal con el fin de alcanzar una conclusión que en este caso será un veredicto justo. Para ello, además de utilizar argumentos plausibles, los participantes en el proceso deberán hacer uso del diálogo argumentativo. Un diálogo argumentativo es un «juego lingüístico» en el que dos o más participantes intercambian mensajes respetando ciertas reglas que los comprometen a cooperar de buena fe para que se alcance el objetivo del diálogo.
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