Investiga en qué momentos de la historia sagrada el Espíritu Santo está presente
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Respuesta:
Podemos decir que el cristianismo es lo que es hoy porque se ha concientizado que el Dios revelado en las Escrituras es Padre, Hijo y Espíritu Santo. El cristianismo es no en tanto, activo, dinámico y progresivo tanto en su forma, desarrollo y progreso. "Es sabido que desde los días en que se redactan los escritos neotestamentarios y a lo largo de los tres primeros siglos de cristianismo, la ocupación teológica primaria fue la cristología, la persona de Jesucristo. Y en oblicuo, y paulatinamente, la pneumatología, el Espíritu Santo."1 Pero fue
solamente con el correr del tiempo que la Iglesia transformó el legado escritural de la verdad concerniente al Espíritu Santo en una formulación doctrinal y teológica. Muchos de los Padres de la Iglesia Primitiva y la mayoría de los primeros credos hicieron referencia al Espíritu Santo, pero por lo general la doctrina no fue hecha objeto de controversia, y por consiguiente no fue desarrollada. El credo de los Apóstoles que simplemente dice: "Creo en el Espíritu Santo", data del primer siglo en su compilación original. "La primera teología madura sobre el Espíritu Santo aparece propiamente en el siglo II se prolonga en el III y llega a su culmen en los siglos IV y V."2 Recién en el siglo cuarto (IV) le dio su forma moderna.
Es evidente que las primeras décadas de la Iglesia por lo menos estaba entregada a la verdad de la existencia y el ser del Espíritu Santo. Pero si volvemos al primer siglo y echamos un vistazo en el libro de los Hechos, vemos que el acontecimiento más grande es la irrupción, la efusión del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es, prácticamente, el motor de todo. Si comparamos Hechos con las Epístolas de Pablo, es cierto que no encontramos en los Hechos grandes declaraciones teológicas sobre el mismo pero si uno lee atentamente se da cuenta que es una realidad que lo impulsa todo.
Uno de los primeros autores que mencionaron el Espíritu Santo fue:
Clemente de Alejandría (155-220 D. C.). Escribió: "El espíritu Santo es uno y el mismo por todas partes". Él enseñó que el Espíritu Santo, descendiendo del cielo sobre el hombre, le hacía capaz de contemplar las cosas divinas.
Tertuliano describió en el (160-222 D. C.), sobre el bautismo en aguas, una confesión específica de fe en el Espíritu Santo es indicada, antes de la inmersión. Tertuliano fue el 2 Ibid., pp.68-69 primer Padre de la Iglesia que usó el término "trinidad" aplicado en referencia a las personas de la Deidad, colocando consecuentemente al Espíritu en la misma base con el Padre y con el Hijo.
En cierta ocasión Tertuliano se refirió al Espíritu Santo como el "Vicario" de Cristo. Esta palabra significa "substituto", pero desde entonces ha sido adoptada por la Iglesia Romana y es usada para el Papa.
Orígenes (186-253 D. C.) En una declaración de las doctrinas de su tiempo dijo: "El Espíritu Santo es asociado con el Padre y el Hijo en honor y dignidad. No es claro si fue o no engendrado. Él inspiró a los escritores sagrados". De otros escritos es evidente que Orígenes adoptó la posición de creer que el Espíritu Santo es increado. Enseñó que el ministerio del Espíritu Santo era para otorgar santidad, y que la doctrina del Espíritu emanaba solamente de la revelación.