Historia, pregunta formulada por Soledad222, hace 11 meses

Hola... Que reflexión y punto de continuidad podemos dar acerca de los tres periodos de revolución libertadora, revolución argentina, revolución nacional? Gracias

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Contestado por gene2lagunap6d7mk
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Tras un largo período de silencio, el semanario nacionalista reabrió sus puertas inmediatamente después de producirse la “Revolución Argentina”. El golpe de 1966 fue bienvenido por AyB que depositó en el nuevo gobierno militar sus propios planes revolucionarios. El gobierno del general “azul”, Juan Carlos Onganía, fue una dictadura que se basó en el consenso de algunos de los principales actores políticos de la escena argentina: liberales, católicos y nacionalistas. De este modo, el nuevo régimen subió al poder bajo la premisa de terminar con la “partidocracia” que había dejado en ruinas a las instituciones y sociedad argentinas. Así, con el objetivo de iniciar una “nueva era”, Onganía proclamó que transformaría al país en tres tiempos: el económico (en el que predominaban el cambio de estructuras, la eficacia técnica y el ordenamiento económico), el social (definido por la reorganización de la sociedad sobre los presupuestos de justicia y bienestar social) y el político (donde retornarían a la vida pública las instancias de representación política pero bajo una nueva forma, ya que los partidos resultarían espurios). En este esmerado diseño, se contemplaba la generación de entidades intermedias de representación (consejos económicos), la restauración del orden, la afirmación de la unidad nacional, el desarrollo económico en base al reestablecimiento de la confianza del pueblo argentino en su país y la promoción de valores cristianos y occidentales en una sociedad alienada de su esencia católica y nacional (AAVV, 1966: 9-34; Altamirano, 2001: 390-401). En este sentido, los objetivos planteados parecían coincidir plenamente con el programa revolucionario “azulblanquista”, razón por la cual, el semanario decidió apoyar públicamente al gobierno revolucionario y guiarlo para la consecución de sus objetivos. Sin embargo, una vez más, AyB se vería desilusionado al corroborar que sus expectativas en la gestión presidencial no se condecían con la realidad política que nuevamente se vería avasallada por la supremacía del “economicismo liberal y antinacional”. De esta manera, el semanario no tardo en volver a encabezaroposición desde un nacionalismo con pretensiones de popular. La oposición “azulblanquista” no se agotaría en el periodismo de opinión sino que buscaría oportunamente la forma política necesaria para desarrollar una militancia más activa. En este sentido, la nueva militancia de Sánchez Sorondo tomó forma de movimiento y creció rápidamente hasta ganar verdadera relevancia y volverse un referente en el campo nacionalista. Así, el grupo de Marcelo Sánchez Sorondo –pese a la sucesión de resquebrajamientos, clausuras y realineamientos políticos que habría de experimentar durante el “onganiato”– haría todo lo posible por llevar adelante sus ideales revolucionarios, ya sea con la participación del gobierno (como se esperaba en un comienzo), o sin ella. Asimismo, debido a la creciente heterogeneidad ideológica de los colaboradores de la revista y de los ámbitos de sociabilidad del grupo, juntamente con los cambios radicales en el escenario ideológico-político de fines de la década, AyB se vio conducido a fomentar novedosas alianzas políticas con sectores tradicionalmente antagónicos a los postulados nacionalistas. Teniendo en cuenta estas consideraciones, el presente capítulo se ocupa de rastrear el proceso por el cual la renovada versión de la publicación nacionalista abandona la creencia en la concreción de su tan esperada “revolución pendiente” en la “Revolución Argentina” y experimenta, una vez más, la desilusión y la censura. Estos episodios que, al parecer, no tienen nada de novedoso en la historia de AyB son, sin embargo, trasfondo y también –en parte– causa de una profunda reestructuración del modo en que el nacionalismo entiende la política. En este sentido, hacia los últimos meses previos al cierre final de la revista, se observa la posibilidad de nuevas alianzas y la emergencia de nuevos objetivos políticos. Estas transformaciones documentadas por AyB –que no son más que el corolario de un largo proceso de reestructuración de la cultura política del nacionalismo– sólo se pueden observar en sus primeras instancias debido a la clausura definitiva de la publicación en 1969.

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