escriba una leyenda corta y señale su estructura
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Cuenta una antigua leyenda, que de las aguas de la laguna rasuhuillca, en Huanta, hace muchos siglos
atrás, un enorme toro furioso salía de sus aguas, provocando inundaciones y daños a todo el pueblo. El
toro, negro, brillante y corpulento, luego de dejar al pueblo destruido, volvía cansado al fondo de la
laguna. Los habitantes de Huanta estaban cansados, y no sabían que hacer, hasta que cierto día, una
anciana, sabiendo que le quedaban solo un par de años de vida, decidió sacrificarse para poder
contener al animal. Fue así, como la anciana, luego de un largo ritual, se lanzó junto con una enorme
jaula de gruesos barrotes de fierro encantados, al fondo del lago. allí, lo encontró dormido, y como
pudo, lo metió dentro de la jaula. Es la misma viejecita, quien vigilaba que no se escape. El pueblo de
Huanta vivía feliz, tranquilo, sabiendo que su peor enemigo vivía encerrado en lo más profundo del lago.
Sin embargo, esta historia no termina aquí…
Un día de invierno, cuando las lluvias azotaban con fiereza la tierra, un luminoso y brillante rayo cayó en
la laguna
de Rasuhuillca, dejando a la anciana ciega, solo por unos segundos.
Pero esos pocos segundos fueron suficientes para que el malvado toro le robara las llaves de su jaula, y
volviera a hacer
lo que más le gustaba hacer: inundar y sembrar el pánico en el pueblo de Huanta.
- Jauuajua, ¡nunca me volverán a encerrar!, ¡nunca se librarán de mí! Se reía y se burlaba, pensando que
nunca se cansaría.
Pero como siempre, luego de un par de días, el toro caía rendido, dormido al fondo del lago. Y esta vez,
soltando las llaves que tan fuertemente sujetaba entre sus pezuñas.
La viejecilla tomó las llaves, y volvió a poner al toro en su jaula.
Ahora las cuida más que antes, pues sabe que, ante cualquier descuido, el toro las tomará y volverá a
dejar su rastro de destrucción en Huanta. Desde aquel día, la ultima vez que escapó, que el pueblo teme
que otra vez el toro pueda e inundar la bella ciudad de Huanta.
Explicación:
espero averte ayudado qwq
Respuesta:
EL HOMBRE QUE NO RESPETÓ
EL DÍA DE DIFUNTOS
Explicación:
En cierta ocasión, un hombre no respetó el día de difuntos. Se trataba de un hombre que no quería perder
un solo día de trabajo en su parcela. Así que cuando
llegó la fecha de celebrar el día de difuntos se dijo:
“No voy a perder mi tiempo en este día, debo ir a
trabajar a mi parcela, cada día debo buscar algo para
comer y no voy a gastar mi dinero para esta fiesta, que
además me quita mucho tiempo.”
Así que se fue a trabajar al campo, pero cuando estaba más ocupado escuchó una voz que salió
del monte y le decía: “Hijo, hijo, quiero comer unos
tamales (kuatzam).”
El hombre se quedó muy sorprendido y pensó
que era su imaginación la que le hacía oír cosas, pero poco después escuchó claramente
otras voces, como de personas que
conversaban entre sí y lo llamaban por su nombre;
reflexionó sobre lo que estaba sucediendo y comprendió que eran voces de su padre y familiares difuntos
que clamaban por las ofrendas que les había negado.
Inmediatamente dejó su trabajo y regresó corriendo a su casa; ahí le dijo a su mujer que matara
unos guajolotes e hiciera unos tamales para ofrendarlos a sus difuntos en el altar familiar.
Mientras la mujer trabajaba sin cesar en la cocina preparando las ofrendas, el hombre se acostó
a descansar por un rato. Cuando todo quedó listo
fue la mujer a despertar a su esposo. No logró despertarlo, pues el hombre estaba muerto; aunque había
cumplido con lo que pedían sus familiares difuntos, estos de todos modos se lo llevaron.
Es por eso que en la Huasteca se cree que es una
obligación preparar ofrenda para los difuntos; de esta
forma se les complace y se comparte junto con ellos la alegría que se vive
en familia.
Por eso nunca se debe dejar de ofrendar a los muertos el 2 de noviembre; se prenden cohetes y bombas para que su ruido espante al demonio;
también se encienden velas para que iluminen el camino al difunto. Si a
éste le gustaba mucho el aguardiente, por ejemplo, se le debe comprar y
poner en el altar para que lo tome.
Estos ritos son obligatorios, porque si no se celebran es muy posible
que los muertos se lleven al dueño de la casa.