En qué partes del cuento se nota que los yacarés ignoran lo que hacen los hombres
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La guerra de los yacarés (Cuentos de la
selva, 1918), si bien de un estilo simple, encierra
una profunda reflexión sobre la problemática
de la alteración del territorio, que en este caso
compromete la subsistencia del yacaré. Esta
alteración, abusiva hacia la naturaleza –como
se presenta de inmediato en el texto–, funciona
como metáfora bélico-política que, mediante una
alegoría fantástica, evidencia lo que la historia ha
recogido en sus crónicas: las invasiones a regiones
en apariencia débiles, ya sea en el Congo Belga, en
América Latina o en Gaza.
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Quiroga nos cuenta la forma coercitiva con
la que se pretende zanjar la querella, ubicando
al territorio como lugar preponderante. Esta
intromisión irrespetuosa, primero acústica
–«Prestó oídos, y lejos, muy lejos, oyó
efectivamente un ruido sordo y profundo»–, marca
el comienzo de una actitud hostil que se desarrolla
«en un río muy grande». Sin embargo, como se
demostrará al final, Quiroga nos brinda un respiro
que solo en tinta podrá ser posible. Esta justicia
literaria está lejos de acercarse a lo que sucede.
El surubí y el yacaré, que en el cuento aúnan
esfuerzos para deshacerse de los intrusos, están
siendo diezmados. Uno de los primeros registros
de esta intromisión a la naturaleza lo encontramos
en el relato de Gilgamesh*, cuando este, junto a
Enkidu, devasta el bosque sagrado de cedros.
En El potro salvaje (El desierto, 1924) se
presenta el tema de la migración a la ciudad,
de la periferia al centro –el mismo Quiroga
partiría hacia 1900 a París–. En esta historia,
vista desde los ojos de un caballo, podemos
equiparar el cambio que hacían los escritores
* El más antiguo texto encontrado de la cultura sumeria.
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como Dostoievski, el paso de la mazmorra a
la buhardilla, con lo que propone Quiroga: el
traslado del desierto a la ciudad, el brío que
decae tras su mecanización. Estamos ante un
texto en cuyo final se plantea una propuesta más
emparentada con la fábula moral, que va de las
aptitudes a las actitudes.
En El alambre de púa (Cuentos de amor
de locura y de muerte, 1917), los animales
desentrañan nuevamente las motivaciones
humanas. Aquí cabe observar la imposición que
distingue un espacio de otro y que los animales
de la historia buscan superar, entre envidias y
vanidades. A diferencia de «El potro salvaje», este
cuento bien podría ser tratado como una antifábul
Explicación:
espero que te ayude
Respuesta:
no entendí .-.