¿en que momento él protagonista afirma que no podía moverse del susto?
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Este trabajo consta de varias partes. Por un lado torna en consideración al susto y al espanto como sinónimos, y por el otro toma en cuenta las diferencias que radican en cada concepto. Las argumentaciones de esta labor se apoyarán en algunas etnografías de México y de la península italiana, y en la investigación que realicé durante tres años en la comunidad nahua de Santa María de la Encarnación Xoyatla, ubicada en el suroeste del estado de Puebla. Los datos intentan posibilitar un análisis de la mediación realizada entre dos universos ideológicos: el de la dominación colonial y de las resignificaciones socioculturales indígenas. Para no perderse en el coacervo analítico que profundizó en la dinámica del encuentro entre dos universos aparentemente tan lejanos, concretaré mi atención en la mediación terminológica aplicada al factor del susto o espanto, de cómo se significa hoy en una comunidad nahua.
Si bien los datos representan un ámbito sociogeográfico diferente, son muy parecidos en cuanto al concepto de susto que, como veremos, tiene siempre menos las facciones de la enfermedad y más el perfil de causa de enfermedades. Así, Italo Signorini menciona que el susto constituye el referente etiológico de un específico y bien individuado cuadro sintomático”.1
Es importante considerar que en este discurso, concentrado en torno al susto, se tomó la imprescindible tarea de criticar las tajantes clasificaciones hechas acerca del concepto. De la misma manera, profundizó en las dinámicas culturales que determinan el sentido local y su relación con la ideología del contexto al que se refiere.
La reflexión sobre el susto no dejará nunca de constituir un razonamiento acerca del sujeto; se tendrá en cuenta que las particulares concepciones del individuo, propias de cada contexto cultural, son negociadas también y sobre todo durante el proceso de enfermedad. Por tanto, las personas que padecieron el susto con respecto en su ámbito y en su espacio sociocultural, constituyeron la base fundamental del análisis realizado.
También esbocé el tejido histórico de la Conquista que determina, moldea, piensa y repiensa en nuestro caso, en la categoría misma de susto, e indirectamente en los códigos de la enfermedad en un sentido más amplio.
Recorriendo las categorías
Me parece importante y útil introducir el fenómeno del susto o espanto con Tobie Nathan, quien elabora una pequeña historiografía etimológica del fenómeno:
En francés, frayeur (espanto) viene del latín fragor (ruido-escándalo-emoción intensa-gran temor) al que se asocian las nociones de sorpresa y de sobresalto físico (jadeo, taquicardia, ahogo). Efrayer (asustar) por el contrario parece venir de una raíz totalmente distinta, del latín exfridare (sacar de la paz). La palabra se remonta probablemente a una de las expresiones más antiguas del derecho galorromano; derivaría de la raíz fridu (dinero-multa a pagar para restablecer la paz). […] En árabe dos palabras pueden ser utilizadas. La primera sar […] deriva de una raíz que significa “extenderse”, “perder su forma original” o incluso “perder su forma estructurada”. La otra jal’a […] deriva de un verbo que significa desenraizar”, “extraer violentamente de su elemento”. La palabra sar ha sido muy utilizada en la medicina árabe de la Edad Media, y por metonimias sucesivas llegó a designar síndromes que incluyen una agitación desordenada del cuerpo, que los autores modernos interpretan a veces corno epilepsia, otras como histeria o como posesión.2
El autor hace una primera distinción entre el susto y el espanto; al primero le atribuye la noción de sobresalto físico y de sorpresa, al segundo una significación más contundente de la primera, ya que logra sacar al individuo de su paz. Veremos más adelante cómo la traducción árabe de ambos términos, mencionada por Nathan, designa las convulsiones en varios universos ideológicos, desplazándose de un océano a otro.
Yolanda Sasson3 diferencia entre susto -fenómeno en que no se pierde el alma-, y espanto -acontecimiento que sí provoca la pérdida de la sustancia anímica-. Cita, a Calixta Guiteras, y menciona que entre los tzotziles se hacen tres diferenciaciones ante un suceso sorpresivo: a) xí-el: no se pierde el alma, b) komel: es el espanto a causa de una caída; se pierde el alma y la captura la tierra, c) ch’ulelal: se pierde el alma y no se sabe su paradero; puede estar en el cielo, en el mundo, en otro pueblo, vendida a los judíos, o a las tentaciones, o a otra alma que la está perjudicando.
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ESPERO TE AYUDE
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