En el cuento “El famoso cohete” de Wilde, se mencionan diversos tipos de cohetes utilizados en pirotecnia. Busca en la web imágenes de cuatro de los que pudieron ser utilizados en las bodas de los príncipes, descárgalas y arma con ellas, sobre una imagen de cielo oscuro, un “mosaico pirotécnico” ilustrativo del espectáculo de la noche narrada en el cuento.
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Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Había una vez un príncipe que esperaba ansioso el día de su boda. El rey, su padre, le había prometido con una hermosa princesa rusa. Después de un año de espera, la princesa llegó. Su tez era tan blanca que toda la gente quedó admirada al verla.
A la puerta del castillo estaba el príncipe para recibirla. Al verla, hincó una rodilla en tierra y besó su mano.
-Tu retrato era bello -murmuró-, pero tú eres aún más bella.
Tres días después se celebró la boda. Fue una ceremonia magnífica. Luego se celebró un banquete oficial que duró cinco horas. Después del banquete hubo baile.
Los recién casados debían bailar juntos la danza de las rosas, y el rey tenía que tocar la flauta. El último número del programa consistía en unos fuegos artificiales que debían empezar a medianoche.
La princesita no había visto nunca fuegos artificiales. Por eso el rey encargó lo mejor para ese día.
-¿A qué se parecen los fuegos artificiales? -preguntó la princesa al príncipe.
-Se parecen a la aurora boreal -dijo el rey-. Sólo que son más naturales.
Así pues, levantaron un tablado en el fondo del jardín real. En ello estaban cuando los fuegos artificiales se pusieron a charlar entre sí.
-El mundo es seguramente muy hermoso -dijo un pequeño buscapiés-. Miren esos tulipanes amarillos. ¡Ni aun siendo petardos de verdad, podrían resultar más bonitos! Me alegro mucho de haber viajado. Los viajes desarrollan el espíritu de una manera asombrosa y acaban con todos los prejuicios que haya podido uno conservar.
-El jardín del rey no es el mundo, joven alocado -dijo una gruesa candela romana-. El mundo es una extensión enorme y necesitarías tres días para recorrerlo entero.
-Todo lugar que amamos es para nosotros el mundo -dijo una rueda unida en otro tiempo a una vieja caja de pino- pero el amor no está de moda. El romanticismo es algo del pasado.
-¡Qué estupidez! -exclamó la candela romana-. La novela no muere nunca. ¡Se parece a la luna: vive siempre! Realmente, los recién casados se aman tiernamente.
Pero la rueda meneó la cabeza.
-¡El romanticismo ha muerto! -murmuró.
De pronto se oyó una tos fuerte y seca y todos miraron a su alrededor. Era un pequeño cohete de altivo continente atado a la punta de un palo. Tosía siempre antes de hacer una advertencia, como para llamar la atención.
-¡Ejem! -exclamó. Y todo el mundo se dispuso a escucharle.
-¡Qué feliz es el hijo del rey -observó- por casarse el mismo día en que me van a disparar! Ni preparándolo de antemano podría resultar mejor para él; aunque los príncipes siempre tienen suerte.
-¿Ah, sí? -dijo el pequeño buscapiés-. Yo creí que era precisamente lo contrario y que era usted a quien se disparaba en honor del príncipe.
-Ése quizás sea su caso, pero no el mío -replicó el cohete-. Soy un cohete distinguido y desciendo de padres igualmente distinguidos. Los periódicos se ocuparon de él en términos muy halagüeños de mis padres y hasta la Gaceta de la Corte dijo que “señalaba el triunfo del arte pilotécnico”.
-Pirotécnico querrá decir -interrumpió una bengala.
-Pues yo digo pilotécnico -replicó el cohete en tono severo-. -Decía yo... ¿qué es lo que yo decía?
-Hablaba usted de sí mismo -repuso la candela romana.
-Naturalmente. Sé que hablaba de alguna cosa interesante cuando he sido
groseramente interrumpido. Odio la grosería y las malas maneras, porque soy extremadamente sensible.
-¿Qué es una persona sensible? -preguntó el petardo a la candela romana.
-Una persona que porque tiene callos pisa siempre los pies a los demás -respondió la candela en bajito.
Y el petardo casi estalló de risa.
-¡Perdón! ¿De qué se ríe? -preguntó el cohete-. Yo no me río.
-Me río porque soy feliz -replicó el petardo.
-Es un motivo bien egoísta -dijo el cohete con ira-. ¿Qué derecho tiene para ser feliz? Debería pensar en los demás, debería pensar en mí. Yo pienso siempre en mí y creo que todo el mundo debería hacer lo mismo. Suponga, por ejemplo, que me sucediese algún percance esta noche. ¡Qué desgracia para todo el mundo! El príncipe y la princesa no podrían ya ser felices: se habría acabado su vida de matrimonio. En cuanto al rey, creo que no podría soportarlo. Realmente, cuando empiezo a pensar en la importancia de mi papel, me emociono hasta casi llorar.
-Si quiere agradar a los demás -exclamó la candela romana-, haría mejor en mantenerse en seco.
-¡Ciertamente! -exclamó la bengala, que no estaba de muy buen humor-, eso es sencillamente de sentido común.
Respuesta:
solo pon tipos de cuetes de pirotecnia
Explicación:
y de fondo ponle negro para que parezca oscuro :)
Explicación:
así te ayudará