El negrito Miguel (1789) Cuando intentó levantarse, el dolor le recorrió de punta a punta la espalda, como si de un latigazo lo estuviera partiendo al medio. Respiró lo más profundo que pudo, tratando de tragarse todo el aire del mundo, para que pasase lo más rápido posible y que ninguno de los demás se diera cuenta. Se paró un instante, con cierta parsimonia, como si el tiempo se hubiera detenido, y juntó lentamente las herramientas espar- cidas sobre el tablado a lo largo de la agotadora jornada. No era éste un día para quejarse. ("Me estoy poniendo viejo", se dijo, aunque la verdad, no tenía idea de cuántos años hacía que andaba por el mundo; "Qué te importa, viejo", le decía el amo, "serás como de cincuenta".) Cuando estaba de mejor humor, en cambio, siempre le repetía lo mismo: -Mi viejo negro Nicolás, nos hicimos viejos los dos-decía don Agustin, con quien hacía tanto tiempo que estaba que ya casi no se acorda- ba cuándo lo habían comprado. -Esta casa no sería la misma sin mi negro-le repetía una y otra vez. Seria como si le faltara una reja o una viga al techo-afirmaba, mientras se tomaba un mate. Siempre quería que se levantara temprano y le preparara unos mates largos, con esa yerba selecta que había hecho traer desde el pueblo de La Concepción, allá en las Misiones (ya casi no se hacía más esa yerba tan buena de la época de los Padres...). Vaya a saber por qué razón le gustaba tomarlos así, a solas con Nicolás, como único y mudo testigo. -Si hasta podría decir que eres de la familia... -reiteraba en esas ceremonias tan secretas como tempranas a las que don Agustín se había acostumbrado en la estancia de su suegro, cuando todavía no tenían ni la casa del alto ni la quinta en la barranca. Seguía hablando solo, entre mate y mate, sin esperar respuesta y sin mirarlo siquiera, con la vista perdida en algún horizonte lejano e invisible, mirando y remirando la pared del patio en donde había crecido la parra más frondosa de todas. A Nicolás nunca lo miraba a los ojos. Apenas ahora, des- pués de tantos años y tantos mates, cayó en la cuenta de eso.¿qué relación tenían Nicolás y don agustin?
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