el mito de narciso
¿quienes son los mortales de la historia?
2 ) tipo de personajes:
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Respuesta:
Narciso: significado en la mitología
Narciso es un personaje tanto de la mitología griega como de la romana, ya que ambas mitologías compartían una enorme cantidad de historias y personajes, aunque en muchas ocasiones cambiaban los nombres o determinada parte de las historias.
Narciso era hijo de Cefiso y de Liriope. Cefiso era un dios del río en la mitología griega, asociado al río del mismo nombre, que descendía de algunas de las deidades primigenias de Grecia. Por otra parte su madre, Liríope, era una ninfa, siendo estas unos espíritus asociados con la naturaleza, y más concretamente en el caso de Liríope asociadas a los ríos.
Liriope fue avisada por un vidente ciego de Tebas, cuyo nombre era Tiresias, de que su hijo sería muy feliz y viviría muchos años, siempre y cuando nunca mirara su imagen reflejada en ningún sitio. Esto era algo complicado de cumplir, ya que ambos progenitores de Narciso eran criaturas mitológicas asociadas a los ríos, lugares donde Narciso podía ver fácilmente su imagen reflejada.
Narciso era un joven extremadamente atractivo y bello, siendo capaz con su sola presencia de enamorar a todos los hombres y mujeres que le vieran, aunque solo fuera una vez. Esto hacía que Narciso fuera una persona demasiado vanidosa, despreciando a todo aquel que se enamorara de él, y siendo incapaz de ver la belleza de nada más, ni siquiera de la naturaleza que le rodeaba. Y fue esta gran vanidad la que nos lleva hasta su mito.
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En la mitología griega, Narciso (en griego, Νάρκισσος) era un chico con una apariencia bella, hermosa y llamativa. Todas las mujeres quedaban enamoradas de él, pero este las rechazaba. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello esta la había condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Por tanto, era incapaz de hablar a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, ella lo siguió. Cuando él preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!».1 Después de responder, Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que solo quedó su voz.
Para castigar a Narciso por su engreimiento, Némesis hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en un estanque. En una contemplación absorta, incapaz de separarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.
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