Historia, pregunta formulada por batifiel, hace 1 año

DOY 50 PUNTOS Y CORONA A QUIEN ME RESPONDA BIEN PORFAVOR

explicación de panorama político – económico de fines del siglo XIX

Respuestas a la pregunta

Contestado por alejandrosalas2102
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Respuesta:

Explicación:

Tres  fenómenos  de  los  que  convulsionan  Europa  durante  el  siglo  XIX  tienen  gran  trascendencia como generadores de pensamiento político. Por un lado las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII y principios del XIX, con el antecedente de la Revolución Inglesa de 1688; en segundo lugar el fenómeno del nacionalismo, ligado a las anteriores en la mayoría de los  casos;  por  último  la  aparición  del  movimiento  obrero.  En  torno  a  ellos  se  centrarán,  tanto  para  apoyarlos  como  para  denigrarlos,  lo  más  nutrido  de  las  ideas  políticas  del  siglo  pasado.  Resultaría  imposible,  por  tanto,  analizar  las  líneas  de  pensamiento  sin  tener  en cuenta  los  fenómenos a los que hacen referencia y el contexto concreto que las suscita

La  revolución  americana  y  la  revolución  francesa  son  fenómenos  de  finales  del  siglo  XVIII  en  torno  a  los  cuales  girará  buena  parte  de  las  ideas  políticas  de,  al  menos,  la  primera  mitad  del  siglo  XIX,  bien  sea  para  apoyar  la  acción  revolucionaria,  lo  que  tuvo  su  plasmación  concreta en las revoluciones de 1820, 30 y 48, bien sea para atacarla y defender los principios de la monarquía absoluta. Las  ideas  de  la Ilustración  habían  significado  un  precedente  fundamental  para  el pensamiento  revolucionario.  Así,  Montesquieu,  partiendo  de  un  antidespotismo  aristocrático,  difundirá  la  idea  de  la  división de  poderes  y  el  parlamentarismo,  inspirado  por  el  sistema  británico y las ideas de Locke. Rousseau, con su planteamiento del contrato social, fundamenta los  sueños  democráticos.  La  defensa  de  las  libertades  por  parte  de  Voltaire  preludiarían también, en cierta medida, las acciones concretas de los revolucionarios.Durante  los  años  que  sucedieron  a  la Revolución  Americana  se  enfrentaron  dos  ideas  políticas:  la  demócrata  federal,  defendida  por  Hamilton  y John  Adams  que  preconizan  un  gobierno fuerte y eficaz, muy en la línea del sistema inglés, y la demócrata liberal, apoyada por Jefferson, que busca un gobierno limitado y un mayor cuidado por las libertades individuales.Más complejidad se produjo durante la Revolución Francesa, durante la cual tuvieron un alcance político los principios de los filósofos de la Ilustración. Las ideas de Sieyès, compuestas de  racionalismo,  utilitarismo,  individualismo  y  deseos  de  que  la  ley  recoja  la  realidad,  fueron  básicas en un principio y aunaron voluntades durante la época de predominio girondino.

Contestado por yosoyqueen
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Respuesta:

Cuando España entró en el siglo XIX, seguía siendo una sociedad estática. La población, la riqueza y el trabajo estaban concentrados en el sector primario o agrario. Tres cuartas partes de la población vivía en el campo. El país había experimentado un notable aumento de población, pero la producción agrícola no había crecido al mismo ritmo que la población. El desarrollo industrial era insuficiente para absorber el excedente de población. No se había formado una clase media fuerte que pudiera mantener el equilibrio entre los conservadores reaccionarios y los liberales extremistas. Este papel de árbitro habría de recaer en el ejército.

Las reformas del rey Carlos III (1759-1788), el representante más genuino del despotismo ilustrado español, habían sembrado la semilla del cambio político-social. La ideología progresista de finales del XVIII sentaría los cimientos del liberalismo. La propaganda del ejército invasor napoleónico también contribuyó a este fin. La Constitución liberal de Cádiz (1812) alentaría los movimientos liberales durante décadas, aunque no llegó nunca a triunfar del todo: la historia del siglo XIX-XX es la historia de su fracaso político.

«La invasión napoleónica galvanizó la conciencia nacional y desembocó en uno de sus momentos más admirables: el levantamiento del dos de mayo de 1808, que hizo estallar un vasto movimiento de liberación. Pero el éxito de este entusiasmo colectivo, respaldado por las victorias de Wellington, no ocasionó ningún cambio inmediato en las instituciones ni en los grupos de poder. Lo único que se consiguió con esta lucha antifrancesa fue intensificar la adhesión de las masas hacia las llamadas tradiciones castizas del catolicismo, el nacionalismo y el acatamiento del arbitrario poder de la monarquía que les unía al pasado imperial de España. El regreso de Fernando VII en 1814 de un exilio ignominioso fue saludado con gritos de “¡Vivan las cadenas!”, y abrió un período de negra reacción que envió al exilio sucesivas oleadas de liberales hasta la muerte del rey en 1833.» [Shaw, Donald L.: Historia de la literatura española. El siglo XIX. Barcelona: Ariel, 81983, p. 16]

Cuando los diplomáticos españoles asistieron al Congreso de Viena en 1814, representaban un estado victorioso, pero una nación arruinada y dividida. La profunda crisis de España había minado profundamente el imperio español en América, porque muchas de las colonias americanas reclamaban su independencia en las primeras décadas del siglo XIX.

La historia del resto del siglo XIX estaba dominada por el dilema dinástico producido por la muerte sin heredero varón de Fernando VII. La hija subió al trono como Isabel II, pero su tío, el legendario Don Carlos, se opuso, dando lugar a la primera de las Guerras carlistas, que afectaron principalmente a Navarra, el País Vasco y El Maestrazgo, la región que se extiende entre Castellón, Tarragona y Teruel.

«De la consideración de la historia del siglo XIX español se infiere que cualquier cambio político, sin el correspondiente progreso social y económico, está destinado al fracaso. Tres importantes factores obstaculizaron este progreso. Uno fue la actitud egoísta y reaccionaria de los grupos en el poder –el trono, la Iglesia, el ejército y la oligarquía–, expresada en los programas de sus políticos; otro fue el extremismo doctrinario y la ineficacia manifiesta de sus oponentes de la izquierda cuando ocuparon el poder; el tercero y más importante de todos fue la pobreza básica de recursos materiales de España, que impidió el arraigo del progreso material. La perduración de estos impedimentos es el legado más importante del siglo XIX a la España posterior.» [Shaw, Donald L., o. cit., p. 22]

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