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explicación de panorama político – económico de fines del siglo XIX
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:
Tres fenómenos de los que convulsionan Europa durante el siglo XIX tienen gran trascendencia como generadores de pensamiento político. Por un lado las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII y principios del XIX, con el antecedente de la Revolución Inglesa de 1688; en segundo lugar el fenómeno del nacionalismo, ligado a las anteriores en la mayoría de los casos; por último la aparición del movimiento obrero. En torno a ellos se centrarán, tanto para apoyarlos como para denigrarlos, lo más nutrido de las ideas políticas del siglo pasado. Resultaría imposible, por tanto, analizar las líneas de pensamiento sin tener en cuenta los fenómenos a los que hacen referencia y el contexto concreto que las suscita
La revolución americana y la revolución francesa son fenómenos de finales del siglo XVIII en torno a los cuales girará buena parte de las ideas políticas de, al menos, la primera mitad del siglo XIX, bien sea para apoyar la acción revolucionaria, lo que tuvo su plasmación concreta en las revoluciones de 1820, 30 y 48, bien sea para atacarla y defender los principios de la monarquía absoluta. Las ideas de la Ilustración habían significado un precedente fundamental para el pensamiento revolucionario. Así, Montesquieu, partiendo de un antidespotismo aristocrático, difundirá la idea de la división de poderes y el parlamentarismo, inspirado por el sistema británico y las ideas de Locke. Rousseau, con su planteamiento del contrato social, fundamenta los sueños democráticos. La defensa de las libertades por parte de Voltaire preludiarían también, en cierta medida, las acciones concretas de los revolucionarios.Durante los años que sucedieron a la Revolución Americana se enfrentaron dos ideas políticas: la demócrata federal, defendida por Hamilton y John Adams que preconizan un gobierno fuerte y eficaz, muy en la línea del sistema inglés, y la demócrata liberal, apoyada por Jefferson, que busca un gobierno limitado y un mayor cuidado por las libertades individuales.Más complejidad se produjo durante la Revolución Francesa, durante la cual tuvieron un alcance político los principios de los filósofos de la Ilustración. Las ideas de Sieyès, compuestas de racionalismo, utilitarismo, individualismo y deseos de que la ley recoja la realidad, fueron básicas en un principio y aunaron voluntades durante la época de predominio girondino.
Respuesta:
Cuando España entró en el siglo XIX, seguía siendo una sociedad estática. La población, la riqueza y el trabajo estaban concentrados en el sector primario o agrario. Tres cuartas partes de la población vivía en el campo. El país había experimentado un notable aumento de población, pero la producción agrícola no había crecido al mismo ritmo que la población. El desarrollo industrial era insuficiente para absorber el excedente de población. No se había formado una clase media fuerte que pudiera mantener el equilibrio entre los conservadores reaccionarios y los liberales extremistas. Este papel de árbitro habría de recaer en el ejército.
Las reformas del rey Carlos III (1759-1788), el representante más genuino del despotismo ilustrado español, habían sembrado la semilla del cambio político-social. La ideología progresista de finales del XVIII sentaría los cimientos del liberalismo. La propaganda del ejército invasor napoleónico también contribuyó a este fin. La Constitución liberal de Cádiz (1812) alentaría los movimientos liberales durante décadas, aunque no llegó nunca a triunfar del todo: la historia del siglo XIX-XX es la historia de su fracaso político.
«La invasión napoleónica galvanizó la conciencia nacional y desembocó en uno de sus momentos más admirables: el levantamiento del dos de mayo de 1808, que hizo estallar un vasto movimiento de liberación. Pero el éxito de este entusiasmo colectivo, respaldado por las victorias de Wellington, no ocasionó ningún cambio inmediato en las instituciones ni en los grupos de poder. Lo único que se consiguió con esta lucha antifrancesa fue intensificar la adhesión de las masas hacia las llamadas tradiciones castizas del catolicismo, el nacionalismo y el acatamiento del arbitrario poder de la monarquía que les unía al pasado imperial de España. El regreso de Fernando VII en 1814 de un exilio ignominioso fue saludado con gritos de “¡Vivan las cadenas!”, y abrió un período de negra reacción que envió al exilio sucesivas oleadas de liberales hasta la muerte del rey en 1833.» [Shaw, Donald L.: Historia de la literatura española. El siglo XIX. Barcelona: Ariel, 81983, p. 16]
Cuando los diplomáticos españoles asistieron al Congreso de Viena en 1814, representaban un estado victorioso, pero una nación arruinada y dividida. La profunda crisis de España había minado profundamente el imperio español en América, porque muchas de las colonias americanas reclamaban su independencia en las primeras décadas del siglo XIX.
La historia del resto del siglo XIX estaba dominada por el dilema dinástico producido por la muerte sin heredero varón de Fernando VII. La hija subió al trono como Isabel II, pero su tío, el legendario Don Carlos, se opuso, dando lugar a la primera de las Guerras carlistas, que afectaron principalmente a Navarra, el País Vasco y El Maestrazgo, la región que se extiende entre Castellón, Tarragona y Teruel.
«De la consideración de la historia del siglo XIX español se infiere que cualquier cambio político, sin el correspondiente progreso social y económico, está destinado al fracaso. Tres importantes factores obstaculizaron este progreso. Uno fue la actitud egoísta y reaccionaria de los grupos en el poder –el trono, la Iglesia, el ejército y la oligarquía–, expresada en los programas de sus políticos; otro fue el extremismo doctrinario y la ineficacia manifiesta de sus oponentes de la izquierda cuando ocuparon el poder; el tercero y más importante de todos fue la pobreza básica de recursos materiales de España, que impidió el arraigo del progreso material. La perduración de estos impedimentos es el legado más importante del siglo XIX a la España posterior.» [Shaw, Donald L., o. cit., p. 22]