discurso político sobre la importancia de la salud pública
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Excelencias, estimados colegas y amigos,
Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
Me complace poder dar la bienvenida a representantes de los Estados Miembros, aquí en la sala y en línea.
Cuesta creer que cuando este Consejo se reunión en febrero pasado, se habían registrado fuera de China solo 151 casos y 1 víctima mortal de la enfermedad que ahora conocemos como COVID-19.
Hasta hoy, se han notificado a la OMS casi 35 millones de casos de COVID-19 y la muerte de más de 1 millón de personas. El número real es con toda seguridad mayor.
Las cifras pueden eclipsarnos la realidad: que cada una de las vidas perdidas es una persona que amaba y era amada por otras; era la madre, padre, hermana, hermano, hija o hijo de alguien.
Por ellos estamos aquí.
Quisiera invitarles a unirse a mí poniéndose en pie para guardar un momento de silencio en honor de los que ya no están.
Muchas gracias.
Si bien todos los países se han visto afectados por el virus, debemos recordar que esta es una pandemia desigual.
Diez países acumulan el 70% de todos los casos y fallecimientos, y tan solo tres países concentran la mitad. El Dr. Mike Ryan les presentará un análisis epidemiológico más pormenorizado.
No todos los países han respondido igual, ni todos se han visto afectados de la misma manera.
Los países se enfrentan, en líneas generales, a cuatro situaciones diferentes:
Primera: algunos países actuaron decisiva y rápidamente y han evitado grandes brotes.
Segunda: algunos países han sufrido grandes brotes, pero pudieron controlarlos y siguen manteniendo el virus a raya.
Tercera: algunos países, si bien lograron controlar el virus, a medida que las economías y las sociedades han levantado las restricciones, han registrado un aumento en el número de casos.
Cuarta: sigue habiendo países en la fase de transmisión intensa.
Lo que hemos aprendido en todas las regiones del mundo es que con un liderazgo robusto, estrategias claras e integrales, comunicaciones coherentes y una población comprometida, empoderada y con capacidad de acción, nunca es demasiado tarde para actuar.
Todas las situaciones pueden dar la vuelta. Y lo logrado con tanto esfuerzo puede perderse fácilmente.
La pandemia pone de relieve la importancia fundamental de invertir en salud pública y atención primaria de salud, incluso mientras combatimos el virus.
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Desde los comienzos de la pandemia, la OMS ha trabajado sin descanso para apoyar a los países a prepararse y responder a este nuevo virus.
El 30 de enero declaré que la epidemia constituía una emergencia de salud pública de importancia internacional, el mayor nivel de alarma con arreglo al derecho internacional.
Tan solo cuatro días después, la OMS publicó su primer Plan Estratégico de Preparación y Respuesta.
Incluso antes de ello, una de nuestras prioridades principales era identificar rápidamente este nuevo virus y poner a disposición de los países pruebas para detectarlo.
En un plazo de dos semanas desde la notificación de los primeros casos a la OMS, elaboramos y publicamos el primer protocolo para el desarrollo de una prueba RCP.
Explicación:
La salud y el bienestar, la cobertura sanitaria universal y la preparación y respuesta ante emergencias son tres hebras de una misma cuerda y juntas ofrecen un sólido apoyo a la estabilidad social, económica y política.
Nuestra principal prioridad debe ser mantener sanas a las personas y alejadas de los hospitales, abordando las causas fundamentales de las enfermedades en el aire que respiran, los alimentos que consumen, el agua que beben y el medio ambiente en que viven y trabajan.
Cuando se necesitan los servicios de salud, estos deben ser accesibles, asequibles y de calidad.
Y del mismo modo que muchos países invierten grandes sumas de dinero en capacidad militar en caso de conflicto, también deben invertir en sólidas capacidades de salud pública para prepararse ante los brotes que puedan declararse, prevenirlos, detectarlos y responder a ellos rápidamente.
La pandemia pone de manifiesto vehementemente por qué son tan importantes las metas de los «tres mil millones» a las que nos hemos comprometidos juntos, y por qué debemos tratar de alcanzarlas aún con más determinación.