Historia, pregunta formulada por javieriker389, hace 1 mes

de qué cultura tomaron la mejora del regadío en Europa

Respuestas a la pregunta

Contestado por MrFelizOriginal
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Respuesta:

Espero que te sirva, si lo hice dame tu corona me ayudarías muchísimo :)

Explicación:

Si bien los primeros vestigios importantes de obras hidráulicas referentes al riego en España aparecen bajo el Imperio Romano (a ellos se les atribuye las bases del desarrollo del regadío en Levante, Cataluña y Andalucía oriental), su verdadero precursor se dio durante la época musulmana.

Tras pasar al olvido durante el dominio visigodo, el regadío experimentó su esplendor con la civilización árabe. Su procedencia de países extremadamente secos trajo con ellos el conocimiento frente a la escasez de agua y una enorme capacidad de aprovechamiento: no solo conocían bien los sistemas de riego empleados en Mesopotamia y Egipto, sino que además mejoraron todas las técnicas heredadas de la época romana en la Península. A ellos se les debe la difusión de la noria y el perfeccionamiento de los sistemas de conducción de agua para riego (acequias, azudes o canales), la coexistencia de los sistemas de riego por inundación y por surcos, en conjunto conocidos como “riegos históricos”, así como importantes avances en las formas de gestión colectiva en distribución de aguas.

En los últimos años se ha dado una notable expansión de los sistemas de riego localizado, más eficientes y con demandas de agua menores

También en esta etapa de “iniciación” se recoge la continuidad de Jaime I, la aportación de Carlos III y el pensamiento de Jovellanos. En un primer periodo en el que se puede englobar a los dos monarcas, se enmarca una nueva política agraria global, demográfica y de abastecimiento. Con el tiempo, estas dan lugar a una política hidráulica y a la consagración de los canales de riego y navegación, siendo el origen de obras tan significativas como el canal de Tauste y su importancia histórica como primera obra hidráulica de riego de Europa, la Acequia Real del Júcar o la terminación del canal Imperial de Aragón. Sin embargo, esta no fue la mejor época del regadío español, pues en cuanto a su fomento apenas se consiguió mantener lo heredado por los árabes. No fue hasta el siglo XVIII cuando Jovellanos impulsó la política hidráulica española a través de su ley agraria, considerando las transformaciones del regadío como algo esencial para el desarrollo agrario, y que fue en paralelo con la legislación específica en materia de aguas años posteriores (Ley de Aguas, 1879).

Es Joaquín Costa, ya a finales del siglo XIX, quien recoge el legado de todos los antecesores históricos en materia de regadíos e inicia una segunda etapa en la que se gana el título de padre de la política hidráulica española. Movido por la hambruna que atravesaba el país, Costa impulsó el desarrollo de grandes infraestructuras hidráulicas que sirvieron para regular las cuencas hidrográficas españolas como el Canal de Tamarite (más tarde llamado de Aragón y Cataluña con 104.000 hectáreas), el Canal de Sobrarbe (102.000 hectáreas) y el embalse de Gállego. Bajo la corriente del regeneracionismo, la política hidráulica se eleva a política central, donde se da por primera vez la intervención del Estado en materia de transformación en regadío, y se entiende al fin como un proceso de transformación de la agricultura extensiva y tradicional a la intensiva y moderna a través del regadío. “Lo que la agricultura necesita con más urgencia es transformarse gradualmente, combinando el regadío con el secano y desterrando el barbecho de los secanos mediante el riego, mucho o poco, el empleo de los abonos químicos y la alternativa de cosechas y el cultivo intensivo de regadío”, escribió Costa en su libro “La fórmula de la agricultura española”. Es en esta época cuando no solo se produce la mayor expansión del regadío en nuestro país, pasando de poco más de un millón de hectáreas a más de 3.400.000 antes de que acabe el siglo XX, sino que también fue la base ideológica del primer Plan Nacional de Obras Hidráulicas (redactado por Gasset en 1902).

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