Cuento de terror aqui
Respuestas a la pregunta
Respuesta: El hombre de los sueños
En enero de 2006, un psiquiatra de Nueva York recibió en su consulta a una de sus pacientes como un día cualquiera. En aquella sesión, la joven le explicó que había soñado en repetidas ocasiones con un hombre al que ni si quiera conocía. Tenia una calva incipiente, las cejas muy gruesas y los labios extremadamente finos, en especial el superior. Mientras oía la descripción, el facultativo dibujó el retrato del sujeto. No le dio mayor importancia y lo dejó sobre la mesa.
Las tornas cambiaron cuando, en sus siguientes consultas, dos pacientes más aseguraron haber visto al mismo hombre en sueños. El psiquiatra decidió hacer copias del dibujo y enviarlo a varios compañeros de profesión. Meses después, vieron que el número de personas que habían soñado con él no paraban de aumentar y optaron por crear una página web en la que se registraran todas sus apariciones. Los facultativos descubrieron que el misterioso hombre se había colado en los sueños de cerca de dos mil personas.
Sus “apariciones” son de lo más dispares. Uno de los pacientes aseguró haberlo visto vestido de Papá Noel. Otro dijo haberse enamorado en cuanto lo vio. Un tercero asegura que cuando sueña que vuela, el hombre lo hace junto a él, y nunca habla.
El fenómeno ha dado pie a múltiples teorías conspirativas. Una de ellas señala que el intruso es una persona real con la habilidad de irrumpir en los sueños. Otra, incluso afirma que se trata de un proyecto oculto de los gobiernos para controlar las vidas de los ciudadanos. La hipótesis más científica, sin embargo, indica que este rostro forma parte de la “conciencia común”.
Respuesta:
Era una noche tranquila en los dormitorios de la universidad de Virginia, Estados Unidos, cuando una joven llegaba de una fiesta que terminó a las tres de la madrugada. Por cortesía, y gracias a que su compañera de cuarto era muy estudiosa a la vez de delicada en sus horas de sueño, dejó la luz apagada cuando se adentró en la estancia, se cambió de ropa y fue directo a la cama, con la esperanza de que en el examen del día siguiente no le fuera tan mal como esperaba.
Cuando la alarma de la joven sonó a las siete de la mañana y abrió sus ojos, un grito desgarrador salió de su boca cuando divisó lo que antes había sido el cuerpo de su amiga regado por toda la habitación en charcos enormes de sangre y viseras. Los brazos en un extremo del piso, las piernas en el escritorio, y el rostro desprendido del cráneo encima de la almohada ensangrentada hasta más no poder. El mórbido y horrido escenario quedó concluido cuando la joven se desmayó al leer unas palabras escritas en la puerta con la sangre de su amiga:
“¿NO TE ALEGRA NO HABER ENCENDIDO LA LUZ?»