Cuáles fueron los problemas económicos que tuvieron los romanos por su expansión
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Respuesta:
El Bajo Imperio romano es el período histórico que se extiende desde el ascenso de Diocleciano al poder en 284 hasta el fin del Imperio romano de Occidente en 476.
Tras los siglos dorados del Imperio romano (período denominado Paz romana, que abarca los siglos I a II), comenzó un deterioro en las instituciones del Imperio, particularmente la del propio emperador. Fue así como tras las malas administraciones de la Dinastía de los Severos, en particular la de Heliogábalo, y tras el asesinato del último de ellos, Alejandro Severo, el Imperio cayó en un estado de ingobernabilidad que se denomina Crisis o Anarquía del siglo III. Entre los años 238 al 285 hubo 19 emperadores, ninguno de los cuales murió de muerte natural, y que fueron incapaces de tomar las riendas del gobierno y actuar de forma coordinada con el Senado, por lo que terminaron por sumir a Roma en una verdadera crisis institucional. Durante este mismo periodo comenzó la llamada «invasión pacífica», en la que varias tribus bárbaras se situaron, en un principio, en los limes del imperio debido a la falta de disciplina por parte del ejército, además de la ingobernabilidad emanada del poder central, incapaz de actuar en contra de esta situación.
En paralelo a esta crisis política se desarrolló una profunda crisis económica, caracterizada por una gran inflación y un declive de la agricultura, la industria, el comercio, el medio urbano y el sistema esclavista. Los períodos donde se intentó restablecer el orden, tales como el Dominado del siglo IV, introdujeron cambios políticos y económicos muy importantes en la administración y gobierno del Imperio, tales como la instauración primeramente de la tetrarquía, aunque la consiguiente división territorial del Imperio en el Imperio romano de Occidente, cuya decadencia aquí se estudia, y el Imperio romano de Oriente, que sobreviviría 1000 años más. No obstante, el hecho más relevante de este período de inestabilidad fueron las llamadas invasiones bárbaras, en las que los bárbaros del norte irían paulatinamente infiltrándose a través de los limes del Imperio, en una sucesión de guerras fronterizas e invasiones que acabarían por destruir al Imperio: las fronteras imperiales, privadas de la vigilancia de antaño, se convirtieron en auténticas puertas por donde penetraron impunemente las tribus bárbaras. Las más audaces fueron los pueblos germánicos, especialmente los francos y los godos, que arremetieron contra el imperio, atravesando la frontera de los ríos Rin y Danubio, hasta provocar su colapso.
La tradición occidental ha considerado que el Imperio romano desapareció como entidad política el 4 de septiembre del año 476, cuando Rómulo Augusto, el último emperador del Imperio romano de Occidente, fue depuesto por el bárbaro Odoacro. Roma ya había sido saqueada previamente por Alarico I en el 410, y no quedaba prácticamente nada del orden romano original; Rómulo Augusto ni tan siquiera gobernaba sobre todos los territorios que habían correspondido al Imperio de Occidente.
Tradicionalmente se sitúa en el año 476 como fecha que marca definitivamente la caída del Imperio romano e inicio de la Edad Media, debido a que a partir de esa fecha nadie reclamó el título de emperador de Occidente, y porque, caída la propia Roma, resultaba paradójico que el propio Imperio romano pudiera seguir existiendo. Sin embargo, muchos historiadores cuestionan esta fecha, haciendo notar que el Imperio romano de Oriente pervivió hasta la caída de Constantinopla el 29 de mayo de 1453, fecha que a su vez se usa como fin de la Edad Media e inicio del Renacimiento
Respuesta:
La crisis del Imperio Romano
Características generales
La crisis del Bajo Imperio Romano se debe, según Gibbon, (un ilustrado del siglo XVIII que escribió “Historia de la caída y decadencia del Imperio Romano) a dos razones: la barbarie de los pueblos germanos que se infiltraron paulatinamente en el Imperio Romano, y a la adopción del cristianismo como religión oficial, en detrimento del paganismo.
No obstante, las fuentes romanas demuestran que ya los propios contemporáneos eran conscientes de la situación de crisis en la que estaban inmersos, incluso anteriormente al cristianismo (Séneca el Viejo). Éste decía que el Imperio estaba en crisis, y esto afectaría a las más altas esferas.
Con el cristianismo, el problema de la decadencia del Imperio se enfoca como el debate central filosófico y político. Pero a la vez que se cuestiona el Imperio, la ideología general de la población es que la propia ciudad de Roma es eterna. Esto dura tras la conquista de Roma por los bárbaros en 476, viéndose en los distintos reinos germánicos (Tanto Clodoveo como Carlomagno adquirieron símbolos del poder romano). Más tarde, los humanistas querrían buscar en Roma restos del pasado (Maquiavelo, Guicciardini). Incluso los ilustrados admirarán la cultura romana (Gibbon).
El Imperio Romano estaba centrado geopolíticamente en el ámbito mediterráneo, lo que le otorgaba unos límites naturales de expansión, excepción hecha de Inglaterra. El Imperio Romano es un gran imperio que engloba muchas razas y creencias, y el único punto en común entre ellos es la unidad política, a veces separadas por fronteras naturales, por antecedentes históricos (Egipto, Grecia). Lo que unía a todos estos pueblos era un fuerte provincialismo, más que un sentimiento nacional. Sería este provincialismo acabó disgregando el Imperio Romano.
El Imperio Romano hacia el s. IV albergaba más de 50 millones de habitantes, repartidos de manera desigual, ya que el grueso de la población estaba centrado en la parte este del Imperio. Esta diferencia de población sería mayor gracias a las epidemias que acaecieron entre los s. II y IV. Como consecuencia de esto, habría una patente falta de mano de obra. Además, en ese período se dio un fenómeno de descenso de natalidad, e infanticidio legal, en base al gran poder otorgado al Pater Familiae.
En el Imperio Romano el poder imperial era sagrado y absoluto, siendo asistido por la corte y los órganos de gobierno heredados de la época republicana, como el Senado o la Curia. El poder del Senado cada vez más insignificante; el emperador en el s. I era considerado como el primer ciudadano, mientras que en el s. III era el dominus, cuya palabra tenía fuerza de ley. Además reprodujo un lento proceso de divinización del emperador, ya que éste participaba en lo divino. Esto no se difuminaría en la época cristiana, sino que adquirió todavía más fuerza que en la época del dominado.
El gobierno del Imperio Romano estaba fuertemente centralizado, estando dividido en demarcaciones territoriales (12 diócesis, 120 provincias). En las provincias existía la figura del procónsul, con atribuciones militares, políticas y financieras. En la base de la organización territorial estaban los municipia, que estaban asociado a la civitas, y eran gobernados por magistrados, los cuales eran elegidos por las Curias. Hasta 212, la ciudadanía era un signo de distinción (en un primer momento sólo eran ciudadanos los habitantes libres de Roma, y luego lo serían los de la Península Itálica), pero sería Caracalla el emperador que otorgaría la ciudadanía a todos los habitantes libres del Imperio.
Pero la ciudadanía no era un estatus social, ya que había grandes diferencias entre los integrantes. La movilidad social del Bajo Imperio fue cada vez menor, lo que estaba esclerotizando la sociedad.
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