¿Cómo influyó la ilustración francesa en el pensamiento de los criollos novohispanos?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La Ilustración novohispana
1/3
Jaime Labastida
La Ilustración, entendida como una revolución de las ideas en torno a la libertad, la ciencia y la política que tuvo su origen en Francia y que impregnó toda Europa entre los siglos XVII y XVIII, llegó a tierras mexicanas de manera oblicua y tardó mucho tiempo en asentarse. El filósofo Jaime Labastida, en esta celebración a Samuel Ramos, indaga las formas en que el movimiento ilustrado fue echando raíces en México, a través de figuras emblemáticas desde Sigüenza y Góngora hasta Mociño, así como la impronta fundamental del barón de Humboldt.
El tema que me propongo desarrollar el día de hoy no es, por supuesto, nuevo. Me ha preocupado (y le ha preocupado a un buen número de nuestros más destacados investigadores) desde muchos años atrás. Hoy, lo que intentaré es darle coherencia al conjunto de interrogantes que me aquejan. De acuerdo con el ángulo de mira en el que ahora me sitúo, el problema decisivo al que hemos de enfrentarnos guarda relación con la historia intelectual de nuestro país (o con la historia de las ideas en México, si se prefiere decir así). El problema general consiste, pues, en tratar de establecer cómo y de qué manera han sido recibidas las ideas fundamentales de cada época en este país, en la medida en que tales ideas no se han producido, de manera espontánea, en México.
El asunto acaso se podría expresar de otro modo y así cabría preguntar por el tiempo histórico (o la velocidad histórica) con la que son recibidas las nuevas ideas clave de cada época en nuestra nación (si existe o no un desfase, sea de orden temporal o intelectual, en esa recepción). También puede elevarse la pregunta siguiente: ¿cuál es el modo en el que el pensamiento nacional se vincula con las ideas nacidas en un ámbito social, económico y político distinto al de México? Si esa posible asimilación se realiza de modo simultáneo al momento en que esas ideas nacen en la sociedad que las produjo y, por lo tanto, si son aceptadas en su forma original o, por el contrario, si se adoptan (y se adaptan) bajo otras modalidades al incorporarse a la sociedad mexicana (en el caso de que ahora se trata, como es de suyo obvio, a la sociedad novohispana).
Preguntémonos, pues, ¿hubo, en verdad, una Ilustración novohispana?
Tendríamos que determinar, en este sentido, qué se entiende por Ilustración, qué lugar ocupa ese movimiento intelectual en el desarrollo universal de las ideas, qué aportó de nuevo para, a partir de ahí, establecer de qué manera se recibió en Nueva España ese acontecimiento ideológico (si es que, en realidad, se dio tal recepción). Ya se sabe que los investigadores que empezaron a sostener estas tesis se enfrentaron, casi de inmediato, a un problema que estimo irresoluble: la que ellos bautizaron con el nombre osado de “ilustración novohispana” fue de tal modo tímida y tan llena de reticencias ante las tesis radicales de los llamados espíritus fuertes del siglo XVIII, que por tal causa nuestros investigadores se vieron en la urgente necesidad de colocarle, al menos, algún adjetivo a esa supuesta ilustración. Ilustración, sí, dijeron, pero moderada.