Historia, pregunta formulada por Viiiviii, hace 3 meses

cómo era la vida de los indígenas en el sigo 17-18 porfaaaa que sea información larga​

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Contestado por lopezerickfabian11
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Respuesta:

Desde los últimos años del siglo xvi, pero sobre todo durante la primera mitad del xvii, se produjeron en el centro de la Nueva España obras de contenido histórico escritas por hombres por cuyas venas corría sangre indígena. Estas crónicas, de importancia incuestionable, eran verdaderas síntesis de la información que del pasado de estas tierras contenían obras muy variadas que iban desde los códices pictográficos y las transcripciones de ellos, hasta los testimonios obtenidos directamente de boca de los ancianos. Los autores de dichas obras estaban, a excepción de alguno, vinculados por parentesco con la antigua nobleza indígena. Eran pues descendientes de aquellos que en otro tiempo, antes de la conquista española, habían gobernado los señoríos más importantes de la región donde estaba ya asentado el centro del poder político del naciente reino novohispano. Dado que toda obra realizada lleva en sí las huellas del momento histórico en que fue producida, la explicación de las obras que escribieron estos cronistas obliga a abordar las circunstancias que rodearon su realización.

El año 1521 marcó el inicio de un proceso histórico en extremo complejo. En efecto, la caída de México-Tenochtitlan produjo una serie de transformaciones cuya trascendencia es innegable. Fue el principio de una nueva realidad. Por lo que se refiere a los antiguos gobernantes de estas partes, tales cambios, al romperse las viejas instituciones económicas, políticas, sociales y culturales, los colocaron en un lugar distinto de aquel que habían ocupado en la sociedad de los tiempos anteriores a la conquista. Los nobles indígenas fueron desplazados del sitio privilegiado que correspondía a la cúspide de la pirámide social, desde el cual habían regido hasta entonces la vida de sus sujetos. En ese lugar preeminente se colocaba un nuevo grupo gobernante constituido por los conquistadores, quienes, al fin recién llegados, poco sabían de las peculiaridades de esta sociedad y no contaban, por ello, con los elementos adecuados para gobernar. Fue así como muchísimos nobles permanecieron en la administración colonial en calidad de funcionarios, esto es, de autoridades intermediariasSu nueva situación les permitió continuar ejerciendo un poder, ciertamente limitado, y ser objeto de privilegios tales como la posesión de tierras, recibir como remuneración de sus servicios una parte de los tributos que sus comunidades pagaban a la corona, recibir una formación europea al lado de los evangelizadores, ya en los conventos, ya en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, e incluso vestirse como españoles, portar armas y ostentar en las fachadas de sus casas escudos de armas. Sin embargo, esta situación no duró largo tiempo. Conforme los españoles conocían la realidad de la Nueva España, podían administrarla mejor y poco a poco dejaban de ser necesarios, para tales actividades, los miembros del antiguo grupo gobernante. A esta situación se sumó la ascensión al trono de España del príncipe Felipe, que se convertía en el segundo rey de este nombre. Con él cobraba fuerza el régimen absolutista, para el cual el reinado de Carlos i, padre de Felipe, había sentado ya las bases.

El absolutismo español concentraba en el rey tanto poder como era posible. De esta suerte, los grupos novohispanos que habían recibido la sesión de algún poder por parte de la Corona, ya por merecimientos de armas, como fue el caso de los conquistadores y sus descendientes, los primeros criollos, ya por derechos de sangre, como ocurría con los antiguos nobles indígenas y quienes de ellos habían nacido, veían cómo, paulatinamente, la administración real retomaba para sí aquellos privilegios con los que hasta entonces los había honrado. En lo que toca a la política, uno de los primeros cambios que resintió la antigua nobleza fue el ver reducido el periodo durante el cual debían ocupar los cargos. En efecto, durante la época prehispánica, fue regla que los altos funcionarios, incluidos, por supuesto, los grandes señores, ocuparan sus puestos de manera vitalicia. La limitación de sus funciones a periodos determinados constituyó para ellos un cambio difícil, pues era un duro golpe tanto a la idea que ancestralmente tenían del ejercicio del poder, como una lesión al prestigio de que gozaban ante sus gobernados.

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