como era la forma de gobierno de colombia hace 50 años
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del 9 de abril.
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EDITORIAL, JORGE, ELIÉCER, GAITÁN, 9, DE, ABRIL
Por: REDACCION EL TIEMPO
08 de abril 1998, 12:00 a. m.
Se vivía una era de extrema violencia política. Jorge Eliécer Gaitán era un líder popular indiscutible, por entonces jefe del partido liberal. Pero ni en Bogotá ni en las demás capitales del país podría pensarse que su asesinato crearía tánta conmoción. O mejor, nadie esperaba que él corriera esa absurda suerte. Vivíamos entonces en un país al que poco conocíamos. La muerte de Gaitán sirvió para retirarnos la venda y para que empezáramos a pensar en temas diferentes de los simples hechos políticos o sociales. Con la muerte del caudillo, los bogotanos comenzaron a ver masas de ciudadanos a los que ni las clases altas ni los dirigentes políticos habían prestado la debida atención ni dado importancia alguna. Algo similar a lo ocurrido en Bogotá, sucedió en otras ciudades importantes de Colombia. Muerto Gaitán, surgieron los odios de clases, y se acentuó la malquerencia entre los partidos. Quienes vivimos los episodios del 9 de abril de 1948, nos asombramos al ver por las calles de la capital a una enfurecida y desconocida clase social, pues Bogotá, aunque pequeña aún, contenía en sus barriadas populares a seres que salieron a protestar, a destruir y a matar ante el grave hecho de saber asesinado a su caudillo. Eran rostros descompuestos, llenos de ira, prestos a atacar todo lo que encontraran a su paso. Así, las capitales colombianas vivieron horas de terror y de distorsión total de la realidad política. Gaitán temía que si ocurriera algo así, la violencia política sería muy prolongada en Colombia. Lo sucedido abrió una válvula en apariencia carente de fuerza, pero de una potencia insospechada, proyectada hacia el futuro. Hoy, 50 años después, se viven los efectos del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. A las conjeturas sobre lo que podría ser nuestro país si él no hubiera muerto en esa forma, nadie puede responder basado en un futurismo hipotético. Pero seguramente la situación sería diferente. La triste realidad fue su muerte a manos de un oscuro asesino, cuyas procedencia y condición humana no han podido ser plenamente conocidas. De ahí partió aquel viernes la reacción popular, que amenazó con crear un caos. Y en verdad produjo grandes destrucciones. Pero que, gracias a Dios, se encauzó por las vías del saqueo y el consumo alcohólico. Las fuerzas leales del Gobierno aprovecharon esa circunstancia y contuvieron el asalto al palacio de los Presidentes. Pero el país había cambiado. Y solo comenzó a ser reconstruido cuando se tuvo en cuenta una unidad que terminó en el Frente Nacional, creado precisamente para salvar el abismo que amenazaba dividir a Colombia. Dio excelente resultado. Pero también fue, en forma infortunada, el comienzo del debilitamiento de los partidos. Y a ello todos nos estamos acomodando en este cincuentenario del 9 de abril. En estas horas recordamos con respeto y gratitud a dos jefes que evitaron la catástrofe: el ex presidente Mariano Ospina Pérez, al permanecer en la silla de los Presidentes, y al doctor Darío Echandía, cuya actitud serena le dio autoridad total para convertirse en carismático árbitro de la situación, siempre con la asesoría de Alberto Lleras y Carlos Lleras, entre otros. Los evocamos estas horas volviendo los ojos hacia el lugar donde cayó asesinado Gaitán y viendo los rostros de un pueblo desconocido, para quienes iniciábamos una juventud que hoy ya comienza a ser el principio de la vejez. Quiérase o no, el 9 de abril de 1948 es la condena de los odios, de las exacerbaciones políticas, pero también es a juicio personal el hecho de mayor trascendencia en lo que va del Siglo XX.
Explicación:
un poco largo :v
Respuesta:
Coronita,Coronita Uwu
Explicación: Durante mucho tiempo en Colombia se decía que "el país va mal pero la economía está bien". A su vez, es lugar común afirmar que el Frente Nacional despolitizó a los partidos tradicionales y promovió el clientelismo que ha sido un factor clave en la gestación de la actual crisis nacional. El libro de Sáenz Rovner proporciona luces para entender estos dos fenómenos que han marcado el desarrollo económico colombiano durante la segunda mitad del siglo XX.
El libro dedica capítulos interesantes a la reversión de la Concesión de Mares y la formación de la Empresa Colombiana de Petróleos y el desarrollo de una política de altos salarios, y limitada participación política para los obreros petroleros. Este es uno de los primeros ejemplos de los intentos del sector privado de separar la esfera política de la económica. La famosa misión del Banco Mundial de 1950 que dirigió el economista canadiense Lauchlin Currie -más tarde nacionalizado colombiano- se trata en el capítulo siguiente. Esta misión llevó a la formación del Comité de Desarrollo Económico (bipartidista y semilla del Departamento Nacional de Planeación) y a una serie de recomendaciones que buscaban crear mercados capitalistas modernos, y controlar la expansión de los medios de pago como medio de financiación del crédito. El gobierno restringió esta expansión, lo cual se percibió como una concesión a las presiones estadounidenses, pero sus otras recomendaciones de naturaleza más estructural no fueron aceptadas porque entraban en conflicto con los intentos del gobierno de establecer una sociedad corporativa.
La Asociación Nacional de Industriales (ANDI) ejerció fuertes presiones sobre los gobiernos de Laureano Gómez y Roberto Urdaneta Arbeláez para mantener diversas formas de protección a la industria tales como prohibiciones a la importación de algunos artículos, acceso al mercado cambiario preferencial para sus importaciones y al crédito de fomento -ambos implícitamente subsidiados-. Durante esta época la discriminación y violencia contra los protestantes, exacerbados durante La Violencia, fue tema importante en las relaciones colombo-americanas. Por un lado Laureano Gómez nunca dejó de ver a la reforma protestante como "una sedición del individuo contra la especie" y por el otro, el gobierno de los Estados Unidos no abandonó su convicción respecto a la necesidad de promover políticas que separaran la religión del estado moderno. "Consecuente con la ideología de Gómez [...] el gobierno convocó a una Asamblea Nacional Constituyente" (ANAC) que reemplazó al congreso y que tendría un carácter corporativo. A pesar de que la Andi había aceptado participar en la Anac, aquella apoyó el "golpe de opinión" que llevó al poder al General Gustavo Rojas Pinilla. "En los comienzos del gobierno de Rojas Pinilla las relaciones con la Andi fueron cordiales" pero con el tiempo empezaron a surgir conflictos importantes. El gobierno militar empezó a seguir una línea populista que requería un estado bastante más grande que tendría ingerencia directa sobre algunas actividades productivas. Esto llevó al gobierno a establecer impuestos sobre los ingresos representados por dividendos de las sociedades anónimas; a desviar al sector oficial parte de los créditos de fomento que el sector industrial recibía; a establecer empresas que competían con el sector privado, particularmente con la banca; a la suscripción obligatoria de bonos públicos de parte del sector privado y la expedición de un decreto contra los monopolios que estableció fuertes sanciones a la colusión entre empresas para fijar precios y repartirse mercados. El aumento en el gasto público creó presiones sobre la balanza de pagos, lo cual aumentó el precio del dólar en el mercado "libre" y aumentó el subsidio implícito a las importaciones efectuadas con divisas del mercado "oficial". Estos eventos empezaron a generar conflictos y posiciones divergentes entre las políticas deseadas por la Andi (proteccionistas) y la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco (librecambistas). Sin embargo, ambos gremios coincidían en su oposición a la creciente intervención estatal en la economía