como el Renacimiento influyó en Los artista, comerciantes y artesanos
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El Renacimiento italiano se inició en un período de grandes logros y cambios culturales en Italia que se extendió desde finales del siglo XIV hasta alrededor de 1600, constituyendo la transición entre el Medievo y la Europa moderna.
Los orígenes del movimiento pueden rastrearse desde inicios del siglo XIV, principalmente en la esfera literaria, aunque también ya se detectan de forma incipiente en algunas de sus características fundamentales, como el mecenazgo, el intelectualismo y la curiosidad por la Cultura Clásica. No obstante, muchos aspectos de la cultura italiana permanecerán en su estado medieval y el Renacimiento no se desarrollará totalmente hasta finales de siglo.
La palabra Renacimiento (Rinascimento en italiano) tiene un significado explícito, que representa el renovado interés del período en la cultura de la antigüedad clásica, luego de lo que allí mismo se etiquetó como la "edad oscura".1 Estos cambios, aunque significativos, estuvieron concentrados en las clases altas, y para la gran mayoría de la población la vida cambió poco en relación a la Edad Media.
El renacimiento italiano comenzó en la región de Toscana, con epicentro en las ciudades de Florencia y Siena. Luego tuvo un importante impacto en Roma, que fue ornamentada con algunos edificios en el estilo antiguo, y después fuertemente reconstruida por los papas del siglo XVI. La cumbre del movimiento se dio a fines del siglo XV, mientras los invasores extranjeros sumían a la región en el caos. Sin embargo, las ideas e ideales del renacimiento se difundieron por el resto de Europa, posibilitando y facilitando el Renacimiento español, el Renacimiento francés, el Renacimiento nórdico y el Renacimiento inglés.
El renacimiento italiano es bien conocido por sus logros culturales. Esto incluye creaciones literarias con escritores como Petrarca, Castiglione, y Maquiavelo, obras de arte de Miguel Ángel y Leonardo da Vinci, y grandes obras de arquitectura, como la iglesia de Santa María del Fiore en Florencia y la Basílica de San Pedro en Roma.
Al mismo tiempo, los historiadores actuales ven también allí una época de regresión económica y de poco progreso científico, que tuvo su desarrollo principal en la cultura protestante del siglo XVII.