como aplicaría los avances de la ciencia y la industria en casos de la vida diaria (escribe dos casos)
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La ciencia ha sido siempre una actividad de minorías. En México, por ejemplo, de cada diez mil habitantes sólo dos son científicos. Y es que para ser investigador es requisito estudiar cuando menos la universidad, pero en nuestro país de cada cien niños que entran a primaria menos de 20 terminan una carrera, y de ellos, sólo 2 se dedican a la ciencia.
Aunque el 99 por ciento de la gente vive aparentemente alejado de la ciencia, el conocimiento científico está presente en la vida de todos. Y no sólo es básico para entender cómo funciona el mundo, sino para tomar mejores decisiones individuales y colectivas, desde evaluar los riesgos a la salud hasta los peligros de la contaminación, la deforestación, las presas, la energía nuclear o la minería a cielo abierto… lo notemos o no, el conocimiento es necesario para nuestro bienestar.
Como el 90 por ciento de la investigación científica se hace en las universidades públicas -como la Universidad Veracruzana o la UNAM-, financiadas con los impuestos de la sociedad, las instituciones tienen un compromiso «de retorno», es decir, reconocen su deber de compartir ese conocimiento no sólo con estudiantes y maestros en sus aulas, sino con quienes están fuera de ellas y que directa e indirectamente las sostienen.
Para hacerlo los universitarios buscar acortar lo que llaman «la brecha» entre ciencia y sociedad; la distancia entre ese conocimiento que viene de la investigación y la vida cotidiana de todos los demás. La comunicación pública de la ciencia es una de las propuestas para lograrlo.
Explicación:
¿Qué hacen las universidades públicas para que el conocimiento científico deje de ser ajeno al 99 por ciento de la sociedad? Depende de sus intenciones y de a quiénes se busque llegar. Pueden hacer difusión, divulgación o comunicación de la ciencia.
La difusión, por ejemplo, es la comunicación que hacen los científicos de su propia investigación: los químicos hablan de Química, los biólogos de Biología, cada especialista explica de qué trata su trabajo o la importancia de éste, generalmente depende más de sus logros y pocas veces evalúa si su mensaje impactó a otros sectores.
La divulgación busca lo mismo pero a través de diversos canales para llegar al público más amplio posible -simplificando o recreando la ciencia- pero en ambos casos son los científicos o divulgadores quienes deciden la ciencia que es necesaria o prioritaria difundir, cuál es el mensaje, cómo presentarlo y a quién, casi siempre sin retroalimentación de quienes reciben el mensaje, es decir, la comunicación es unidireccional.
Sin embargo, la comunicación de la ciencia, y específicamente la comunicación pública de la ciencia, busca primero conocer las necesidades sociales para saber qué y cómo incidir, apoyar y contribuir al bienestar social, tomando como punto de partida la visión y contexto de los otros, de ese 99 por ciento que no hace ciencia y a veces ni siquiera la conoce.
Desde esta perspectiva, además de promover el trabajo científico, es posible compartir el conocimiento que es más pertinente para los ciudadanos, el que se vincula con sus preocupaciones y necesidades en las que el conocimiento que la Universidad acoge y genera resulta relevante, como el cambio climático y sus efectos para las comunidades más vulnerables, por ejemplo.
Además, la comunicación de la ciencia busca generar respuestas específicas en comunidades específicas: desde el conocimiento, la generación de opiniones o el cambio de actitudes, hasta la adopción de hábitos y prácticas o el uso del conocimiento derivado de la investigación para la toma de decisiones.
Como la comunicación pública de la ciencia considera las necesidades y problemáticas de la gente necesita dividir en grupos al antes llamado «público en general», ya sea por su conocimiento sobre un tema y su contexto, por su edad, escolaridad, idioma, ubicación geográfica, alfabetización tecnológica, acceso a canales de comunicación, intereses, etcétera.
Los productos, medios, canales y soportes utilizados en la comunicación de la ciencia varían: desde textos periodísticos hasta producciones audiovisuales, obras de teatro, talleres o trabajo comunitario de largo plazo, exposiciones, páginas electrónicas, cápsulas informativas, entrevistas, carteles, e-books, podcast, museos, novelas gráficas y otros, o una combinación de ellos. Lo central en la comunicación de la ciencia es el diseño de la estrategia -con objetivos claros y públicos meta-, los medios y formatos para llevarla a cabo quedan en segundo plano.