cansino o poema de culiacan
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Hoy ha nevado sobre los inmortales
y los capules tiritan de frío;
el Tamazula y el Humaya copulan en Orabá
y dan a luz al Culiacán.
Subo al poblado,
y el olor a tacuarines saliendo
del horno me da la bienvenida.
Las viviendas han camuflado a los cerros,
y las añosas casonas presumen sus patios
en donde los guayabos, mangos
cítricos y aguacates
se mecen al ritmo de la tambora:
¡Mi ciudad es una huerta!
Millones de varas perforan su epidermis,
sosteniendo a los glóbulos rojos,
que son la base de nuestra economía.
A lo lejos, se escuchan cohetones
que hacen callar el croar de las ranas
y espantan a los enemigos alados.
En la Cazuela de Culiacán' 87,
se cocinan los futuros héroes
que habrán de realizar las proezas culichis.
La ciencia pasa lista en universidades e institutos
y la cultura dice presente en bibliotecas y teatros...
Mi ciudad es madre tolerante;
así, sus hijos nos hemos desbalagado
entre las lomas, pero aferrados
siempre a sus benditas faldas.
Es mujer a quien se debe regalar
una flor cada mañana,
y componer un verso cada noche.
Es la Casa de los Once Puentes,
el Ombligo de Sinaloa;
Capital Decana del Noroeste,
por la cual peregrinó la historia,
de norte a sur, y de sur a norte.
Es la Amapola Inmaculada del Humaya,
cuyas virtudes han sobrevivido
a los ataques de las lenguas viperinas.
¡Qué de trovas cantó el juglar
a sus frondosas hijas;
qué de corridos, a sus hombres legendarios!
La agricultura meció su noble cuna
y la puso a gatear entre los surcos...
"¡Tú que te entimbas
de lichis orientales
traídas en arañas de Eldorado,
que endulzas la boca en Costa Rica,
y tus males curas en Imala,
permíteme rendirte pleitesía y, de hinojos,
besarte los pies en El Salado!
¡Déjame conquistarte en Sanalona
y poder retenerte en Aguaruto;
que Quilá te santigüe por ser buena,
por ser hembra, por ser fértil,
por ser nuestra!"
Los enjambres llegaron a su casco
y en el Santuario construyeron sus colmenas,
ungiendo con su miel los sacros muros,
cual si fuese un bautizo de ambrosía.
En La Lomita se fincó su egregia Iglesia,
como tributo al credo mexicano,
y fue su Catedral Sanmiguelina
quien albergó las nupcias primigenias...
Desde la férrea majestad del Puente Negro,
símbolo estructural de mi terruño,
atisbo su malecón adoquinado, que,
como un alhajero reptando por los cauces,
guarniciona las riberas del fluvial entorno:
donde habitan las ardillas pizpiretas, que mascan tamarindos;
las iguanas sigilosas, que aparentan milenios;
los patos triválidos, que decoran los ríos,
y las aves canoras, que picotean guamúchiles maduros.
Cuando la tarde mengua,
los lugares ocurren a sus miraretes
y se recrean con los ocasos,
que son como hemorragias sufridas por el horizonte...
¡Esta ciudad jamás será negada por su gente,
aunque el Cerro Coltzin un día enderezara!
Culichi, si te vas, ¡mete en tus bolsas
unos puñados de nuestra tierra santa!