Biografía de Carlota de Bélgica
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Fue la primera mujer que gobernó México y la última emperatriz del país. La princesa de Bélgica, archiduquesa de Austria y condesa de Habsburgo que terminó sus días entre el olvido y la locura: así fue el final de Carlota, marcada por una vida trágica.
El 19 de enero de 1927 la emperatriz Carlota murió en el castillo de Bouchout, en los alrededores de Bruselas, a donde llegó a vivir en 1879, ya afectada de sus facultades mentales.
La caída de su imperio en México y el fusilamiento de su esposo, el emperador Maximiliano de Habsburgo, fueron demasiado para ella.
"Todo aquello terminó sin haber alcanzado el éxito", fueron las últimas palabras de la emperatriz, según el historiador Luis Weckmann.
Carlota tomaba las riendas del país cuando Maximiliano se ausentaba
(Foto tomada del libro La fotografía durante el imperio de Maximiliano)
Carlota tomaba las riendas del país cuando Maximiliano se ausentaba (Foto tomada del libro La fotografía durante el imperio de Maximiliano)
"Recordadle al universo al hermoso extranjero de cabellos rubios. Dios quiera que se nos recuerde con tristeza, pero sin odio".
Parece que al final de su existencia, Carlota seguía añorando sus días al frente del imperio mexicano y parece que, tal como era su deseo, aún hoy se le recuerda con tristeza.
Su padre, el rey Leopoldo I de Bélgica, la educó para gobernar. Seguramente tenía grandes planes para su hija consentida, pero la vida tenía trazado un camino muy distinto para María Carlota Amelia Augusta Victoria Clementina Leopoldina de Sajonia-Coburgo-Gotha y Orleans, nacida el 7 de junio de 1840.
Foto: Libro La fotografía durante el imperio de Maximiliano. De Arturo Aguilar Ochoa.
Foto: Libro La fotografía durante el imperio de Maximiliano. De Arturo Aguilar Ochoa.
A los 17 años se casó con Maximiliano, el hermano menor de Francisco José -emperador de Austria, y después de un difícil paso por Italia, la pareja se trasladó al Castillo de Miramar, en Trieste.
Fue allí donde llegó un grupo de mexicanos a ofrecerles la corona del país, envuelto -como en casi todo el siglo XIX- en luchas internas. Maximiliano y Carlota aceptaron la propuesta, soñaban con construir un imperio en América.
La llegada al país no fue la que Carlota esperaba. Apenas algunos adornos en el puerto de Veracruz y unas cuantas personas para recibirlos en mayo de 1864.
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