Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los 8 años
cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz,
ocurrida a comienzos de mi adolescencia.
Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que
a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como
los míos son los ojos de resentimiento, que solo reflejan la poca o ninguna resignación con que
enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más
apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.
Nos conocimos a la entrada del cine […]
Durante una hora y 40 minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave
heroína. Por lo menos Yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi animadversión la reservo
para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizá
debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son algo así como espejos. A veces me
pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narcizo hubiera tenido un pómulo hundido, o el acido
le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.
La espere a la salida. Camine unos metros junto a ella, y luego le hable. Cuando se detuvo y me miro,
tuve la impresión de que vacilaba. La invite a que charláramos un rato en un café o en una cafetería.
De pronto acepto.
[…]
Nos sentamos, pedimos 2 helados, y ella tuvo coraje (eso también me gusto) para sacar del bolso su
espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.
“¿Qué esta pensando?”, pregunte.
Ella guardo el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambio de forma.
“Un lugar común”, dijo. “Tal para cual”.
Hablamos largamente. A la hora uy media hubo que pedir 2 cafés para justificar la prolongada
permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como Yo estábamos hablando con una
franqueza tan hiriente que amenazaba traspasar la sinceridad y convertirse en un casi equivalente
de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo.
“Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?”.
“Si”, dijo, todavía mirándome.
“Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como
esa muchachita que esta a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella a juzgar por su risa,
irremisiblemente estúpida”.
“Si”.
Por primera vez no pudo sostener mi mirada.
“Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y Yo lleguemos a algo”.
“¿Algo como qué?”.
“Como querernos, caramba […]”.
40. ¿Quién es el personaje femenino del texto?
A. Una exnovia que el narrador enfrente en el cine.
B. Una mujer que el narrador conoce en el cine.
C. Una vieja amiga que el narrador se encuentra en el cine.
D. Un personaje ficticio que el narrador concibe como la pareja ideal.
41. Cuando el narrador usa la frase “Usted admira a los hermosos, a los normales” supone que.
A. La sociedad establece los parámetros de la belleza física.
B. Su experiencia personal determina si alguien es hermoso.
C. La belleza física es parte de lo que conlleva ser normal.
D. Los estándares de normalidad difieren de los de belleza.
Respuestas a la pregunta
Contestado por
5
Respuesta: B Una mujer que el narrador encuentra en el cine
A La sociedad establece los parametros de la belleza fisica
Contestado por
2
Respuesta:
el personaje principal es la chica con rasgos físicos "feos" que menciona el narrador es decir como menciono tiene " un pómulo hundido por una operación" y la misma con la cual el charlo en un a cafetería luego de estar en un cine.
es decir la B
y la 41 es c ya que en la frase especifica que solo los hermosos pueden ser normales
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