Alguien me da el resumen del libro ¨La Balserita¨, pero de los 2 últimos capítulos por favor.
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"Acá se vive tranquilo", me comenta, en la cocina de la escuela, Ester Leal, vice- presidenta de la junta de vecinos, quien lleva once años poniendo la comida en la mesa de los alumnos. "Pero ya no hay futuro", se lamenta. Por eso para Ester fue, aunque sorprendente, positivo el revuelo provocado en torno a Carolina. "Lo tomé como un ejemplo para los niños de la ciudad. Porque los padres les dan todo y se lo farrean", dice Ester, que vivió en Santiago antes de trasladarse, con su marido pescador, a Puerto Gala. Ahí, dice, se transformó en una mejor persona porque conoció a Antonio Ronchi. "El padre nos enseñó a luchar. Él me enseñó a ser así. Antes yo era egoísta. Él me abrió los ojos", dice Ester.
"Uno no tiene que dejar que esto se muera. Estos eran los sueños del padre. No arranquen como ratones, luchen por lo que quieren, nos decía".
En esta situación de crisis, quienes trabajan en la escuela recurren con más fuerza a la imagen a la que más veneran. "Yo les digo a los niños más chicos: Ustedes no lo conocieron, pero los niños más grandes lo vieron llegando mojado, enfermo, a hacer reuniones, organizándonos, haciendo proyectos, movilizándonos", recuerda Miriam Barría, quien está en la escuela desde su fundación. "Conocí al padre en Chiloé. Me ofreció venirme con él y le dije ya sin saber a dónde", dice. "Dios te pone cosas en el camino".
Son esas cosas en el camino las que Miriam Barría espera con fe. "El padre siempre decía: la Divina Providencia proveerá", recuerda.
Ella lamentó "lo negativo" de la historia de "la balserita" y ahora se excusa de sacar a Carolina de clases para hablar conmigo porque no quiere acentuar esa desigualdad de atención que se generó con los niños. "Los chicos ya no quieren saber más del tema", dice sonriente. Pero Dios te pone cosas en el camino. Y la atención de las autoridades y los medios, aunque se por una historia que no es real, puede ser una de esas cosas.
Es, somos, soy, quizá, parte de un plan divino.
"Uno no tiene que dejar que esto se muera. Estos eran los sueños del padre. No arranquen como ratones, luchen por lo que quieren, nos decía".
En esta situación de crisis, quienes trabajan en la escuela recurren con más fuerza a la imagen a la que más veneran. "Yo les digo a los niños más chicos: Ustedes no lo conocieron, pero los niños más grandes lo vieron llegando mojado, enfermo, a hacer reuniones, organizándonos, haciendo proyectos, movilizándonos", recuerda Miriam Barría, quien está en la escuela desde su fundación. "Conocí al padre en Chiloé. Me ofreció venirme con él y le dije ya sin saber a dónde", dice. "Dios te pone cosas en el camino".
Son esas cosas en el camino las que Miriam Barría espera con fe. "El padre siempre decía: la Divina Providencia proveerá", recuerda.
Ella lamentó "lo negativo" de la historia de "la balserita" y ahora se excusa de sacar a Carolina de clases para hablar conmigo porque no quiere acentuar esa desigualdad de atención que se generó con los niños. "Los chicos ya no quieren saber más del tema", dice sonriente. Pero Dios te pone cosas en el camino. Y la atención de las autoridades y los medios, aunque se por una historia que no es real, puede ser una de esas cosas.
Es, somos, soy, quizá, parte de un plan divino.
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