Acrostico de razonar
Respuestas a la pregunta
Respeto
Amor
Z ambas, festividad
O triunfos
Nada no nada te detendrá
A cada instante respetas las decisiones de otros
Responsabilidad
Acróstico es un sustantivo que procede del griego y quiere decir “fin de un verso”.
En la práctica es un dicho de una composición poética constituida por versos cuyas letras iniciales, medias o finales forman un vocablo o una frase.
El acróstico también es una forma de pasatiempo consistente en distinguir las palabras que colocadas en columna formen con sus iniciales una palabra o frase. Este tipo de pasatiempo, como otros muchos, sirve para entrenar la mente, aunque ya no se practica tanto como antaño. Por ejemplo:
Anda como una princesa
Nada como un pez
Alienta el deseo
Solución: ANA (nombre propio)
El acróstico más famoso de la Literatura Española se encuentra en el prólogo de “La Celestina”, que descubre la identidad del autor, el judío converso Fernando de Rojas (1470-1510) en el que las palabras iniciales de las octavas forman la frase: “El bachiller Fernando de Rojas acabó la comedia de Calisto y Melibea y fue nacido en la Puebla de Montalbán”.
Otro ejemplo de acróstico es el que propone el muy galardonado fisiólogo español Alfredo Martínez Hernández, quien advierte de que para engordar no sólo influye cuántas calorías se ingieren, ya que no todas tienen el mismo valor energético, y de que además juega un gran papel qué comieron los padres y los abuelos en la concepción.
Por ello, para una correcta nutrición, Martínez Hernández determinó unas pautas que enumeró, a modo de acróstico nemotécnico, por las cinco primeras letras del abecedario: alimentos saludables, balance de nutrientes, comidas variadas, distribución horaria adecuada y equilibrio entre cantidad y apetito.
Por otro lado, en las Islas Baleares se ha elegido el canto de la “Sibil·la” como patrimonio inmaterial de la Unesco se reconocen tanto la cultura como la lengua y las “arraigadas tradiciones” de ese territorio insular mediterráneo español. La “Sibil·la” es un canto profético que enriquece los maitines de Navidad, antes de la liturgia eucarística. Proviene de un acróstico griego del siglo IV, que después San Agustín tradujo al latín, incluyéndolo en su conocido libro “La ciudad de Dios”.