5 concecuencias del proteccionismo
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Ford ha anunciado la cancelación de un proyecto de inversión en México por 1,600 millones de dólares que abriría 2,400 empleos y la empresa Carrier, también estadounidense, había hecho lo propio con un proyecto de 200 millones que ofrecería 2,000 empleos. La clave para el análisis de tan preocupantes noticias se encuentra en la correlación causal que existe entre Exportaciones e Inversión Extranjera Directa y que no siempre se pone de relieve cuando se estudian las fortunas e infortunios de la economía mexicana. Cuando se inició la apertura comercial con el ingreso al GATT en 1985 y se profundizó con el TLCAN en 1993, una de las esperanzas implícitas fue esa: que un acceso sin restricciones al mercado estadunidense impulsaría las exportaciones mexicanas y que además detonaría una catarata de inversiones extranjeras en el país. Lo primero ocurrió a pesar de los obstáculos que existen como la corrupción y lo segundo en parte también, aunque no en las proporciones esperadas. ¿Por qué? En parte por la corrupción y por otros problemas pero México ha sido un lugar favorable para empresas globales en parte importante por su vecindad con Estados Unidos. Al menos en dos ocasiones mintió el director general de Ford, Mark Fields, al anunciar que se cancelaba la inversión en México de la planta para producir el compacto Focus. La primera, muy obvia, de que esa medida no había tenido nada que ver con Trump y la segunda que esa cancelación fue una decisión estrictamente de negocios que no afectará la operación general de esa empresa. Es falso sobre todo esto último. ¿Por cuáles razones Ford y General Motors han invertido tanto dinero en instalaciones productivas localizadas en México? La respuesta no es, desde luego, que lo han hecho por solidaridad continental o por altruismo. Se hicieron por razones operativas y en concreto para reducir costos de producción. Trump, desplegando su músculo político, puede ciertamente conseguir que muchas inversiones estadunidenses no se realicen en México. Sin embargo, lo que estará totalmente fuera de su alcance será evitar que esas plantas productivas produzcan con menos eficiencia y a precios más altos. Esos precios más altos tendrán inevitablemente que ser pagados por los consumidores americanos. ¡Mayores precios: la consecuencia inexorable del proteccionismo!