Castellano, pregunta formulada por fanethmejia, hace 1 mes

3 espacios geográficos internos y externos en la obra don quijote de la marcha ​

Respuestas a la pregunta

Contestado por mc02090420
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Los espacios constituyen elementos esenciales de un relato, y expresan numerosos sentidos culturales y simbólicos. En el Quijote, el tratamiento del espacio es muy complejo: “define caracteres y sobre todo se amolda a la conducta de quien lo habita” (Carreño, 1205) y adopta modelos públicos y privados, cerrados y abiertos, monumentales o cotidianos, reales y fantásticos, en forma de ventas, casas, cuevas maravillosas, florestas, palacios o caminos de la Mancha.

Interesa retener el concepto de heterotopia1, para aquellos lugares de doble cara, mostrada simultáneamente según la mirada del observador, bien como lugares realistas de la vida cotidiana o bien espacios de la maravilla creados por la fantasía: así sucede con esas ventas transformadas en castillos, o la sima de Montesinos convertida en espacio del mito por la imaginación melancólica y mistificadora de don Quijote.

Todos esos espacios integran una compleja semiótica de sistemas procedentes de mundos geográficos, literarios, culturales o míticos variados: espacios de las novelas de caballerías, pastoriles, domésticos, aristocráticos, mitológicos o emblemáticos2, se refunden en la pluma cervantina dentro del macrotopo de La Mancha, que es el primero que se ofrece al lector.

Ya desde antiguo los estudiosos se han interesado por la geografía del Quijote, proponiendo mapas, analizando las distancias, o sugiriendo interpretaciones en cifra de los itinerarios quijotiles. Fermín Caballero en 18403 examina la “pericia geográfica de Cervantes” y Criado de Val considera el paisaje manchego el lugar ideal para las fantasías de don Quijote, sobre todo por haber sido el escenario de la empresa heroica y caballeresca de la Reconquista: “Cervantes acertó situando su fantásica caballeresca en el escenario de las más decisivas batallas de la Reconquista” (34), interpretación compartida por Fernando Arroyo: “nada tiene, pues, de particular, que ese espacio que ahora nos ocupa, Castilla la Nueva, tuviera todavía en el siglo XVI la imagen de tierra heroica de aventuras y batallas, donde se había dirimido el futuro del país” (67).

Sin embargo, a mi juicio la elección de La Mancha se debe a todo lo contrario: Cervantes la elige precisamente por ser el espacio más cotidiano y opuesto a las caballerías: es el contraste paródico de Gaula: “acordándose que el valeroso Amadís [...] añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso [...] llamarse don Quijote de la Mancha” (I, 1)4.

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