10 ejemplos de topografia
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Respuestas a la pregunta
Respuesta:
1 “El tren se desplazaba por una llanura inmensa, de la que no se podía ver el horizonte. El terreno era de un color grisáceo, salpicado por árboles pequeños y raquíticos, y de cuando en cuando podía verse alguna pequeña ondulación del terreno. El clima parecía ser seco y bastante árido”.
2 “El territorio tiene unos 200 kilómetros cuadrados de extensión. Linda al norte con una cadena de montañas y al sur con la meseta. Es un terreno fértil, con múltiples lagunas y pequeños lagos. El suelo está lleno de minerales, por lo cual hay una gran vegetación. Puede verse una gran depresión al noroeste, donde la consistencia del terreno es ligeramente diferente”.
3 “Miré por la ventana del comedor y pude ver la nieve cayendo sobre la ladera de la montaña. Estábamos a más de 2000 metros sobre el nivel del mar, y la montaña se interrumpía abruptamente en un acantilado de aspecto aterrador. El camino serpenteaba entre rocas y guijarros, y podía sentirse la dureza del suelo, que probablemente le había causado problemas a más de un viajero”.
4 “Caminamos por la estepa durante horas. Hacía mucho frío, y el suelo estaba cubierto por una gruesa capa de hielo y nieve. Hacia el este, el terreno comenzaba a elevarse, lentamente, lo que hacía que cada vez fuera más difícil caminar. De vez en cuando, veíamos una inmensa roca sobresalir del terreno, sobre el cual la erosión del viento y la lluvia habían tallado unas extrañas formas humanas. No había árboles por ningún lado, debido a que el terreno parecía haber sido escenario de un feroz combate, ya que podían distinguirse los cráteres abiertos por las bombas y morteros”.
5. Sobre un jardín.
Al fondo del garaje se asomaba, como un relámpago, el jardín. Comenzaba con una grama suave y corta, de un verde amatista, que se abalanzaba sobre el concreto alrededor como queriendo huir despavorida, como esperando poder arrancarse de la tierra negra y húmeda de la zona. De inmediato se erguían los troncos casi grises del manzano y el limonero, modestos pero frondosos, compartiendo el aire limitado del jardín y el generoso sol del trópico, cual pilares que sostenían un techo de hojas gruesas, venosas, de un color profundo y orgulloso que se confundía con su propia sombra. Aquí y allá, a sus pies, diversas macetas anaranjadas, más o menos enteras, de las que surgía toda clase de arbustos floridos, algunos con frutos minúsculos insinuándose al final de las ramas, como en un árbol de navidad con los adornos mal puestos. Y luego de todo el paredón, abrazado por la hiedra venenosa y sus caminos torcidos, serpenteantes, empeñada en cubrir la mayor cantidad posible de superficie.
6.Sobre una ciudad.
Desde aquellas alturas la ciudad parecía sumergida en la calma. Largos y somnolientos edificios en la distancia, iluminados por sus propias luces como titanes de circo, revelaban el entramado de callejuelas y farolas nocturnas extendido a sus pies, un mapa que conducía a cada quien a sus hogares. Aquí y allá, inesperados, pozos de luz de neón hacían las veces de los árboles faltantes, en aquella masa de hormigón semejante una costra en la llanura que solamente la montaña de donde miraban interrumpía.
7 Sobre el monte pelado
con calvario.
Agua clara
y olivos centenarios
Por las callejas
hombres embozados,
y en las torres
veletas girando.
Girando eternamente
¡Oh pueblo perdido,
en la Andalucía del llanto!
8 Dos peñascales horrendos,
abajo el río que brama,
y arriba el arco de un puente,
que aquel precipicio salva
cual cinta sutil de acero
sobre el abismo curvada.